El año pasado el Museo Reino Sofía tomó una polémica decisión para buscar posicionar al recinto y a su acervo: Invitó al actor Pierce Brosnan y difundió en redes sociales algunas imágenes de su visita. La reacción de la gente fue casi inmediata y pronto se acusó a los responsables de darle privilegios al irlandés porque se tomaron fotografías cuando está prohibido. El recinto debió salir a explicar que con aquellas imágenes que mostraban al artista delante de la famosa obra de Picasso, Guernica, se buscaba potenciar el conocimiento de la obra y del museo, “tanto dentro como fuera de España, y de aprovechar la oportunidad que nos brinda que una persona del mundo de la cultura haya decidido visitar el Reina Sofía durante su estancia en Madrid”.

Además, el lugar tuvo que asegurar que la imagen se realizó “de manera excepcional, con un móvil y sin interferir, en absoluto, en la visita del público que se encontraba en la sala”. Sin embargo, pese a la controversia hubo otro sector de la población española que invitó al actor a visitar la Alhambra de Granada y el Museo del Prado.

Recientemente, el Rijksmuseum, de Ámsterdam, causó revuelo porque por primera vez en su historia, en el museo construido a finales del siglo XIX, un joven se quedó a dormir cuando se convirtió en el visitante 10 millones. El premio fue pasar una noche en la pinacoteca durmiendo frente a La ronda de noche, el famoso cuadro de Rembrandt. El recinto acondicionó la sala y le proporcionó una cama, una mesa y una botella de champán. Taco Dibbits, director del recinto, aseguró que el objetivo fue animar a la gente “a mirar el mundo de otro modo”. Ante la noticia hubo aplausos del público, pero también se cuestionó si era la manera de acercar “la cultura a la gente”.

Estos dos hechos son ejemplo de cómo los museos han buscado alternativas para atraer al público a las salas. En España, por ejemplo, no sólo han optado por abrir recintos como el Prado a las 20:30 horas, también ofrecen música en vivo y performances; en el Thyssen se realizó una fusión con una plataforma de videojuegos como Play Station y el Museo Whitney de Nueva York también ha trabajado con diseñadores para el desarrolló de videojuegos para celulares.

La investigadora y escritora Mercè Ibarz publicó en El País un artículo en el que apuntó que la vida de los museos dio un cambio radical en 1977 con la inauguración en París del Centro Pompidou porque modificó sustancialmente el concepto de museo, arquitectura y públicos. Ese año el Consejo de Europa instituyó el Día Internacional de los Museos “en parte como reacción ante lo que el centro parisino proclamaba, la transformación del museo y su público”. De esta transformación han pasado 40 años. Hoy, sostuvo Ibarz, otra mutación se avecina. “Los museos son monumentos y espejos de la historia, desde sus inicios en el XVIII. Y ahora, qué. Habrán de demostrar que lo que está pasando les cambia como nos está cambiando a todos”.

En México poco a poco se han buscado alternativas para atraer al público, alternativas que, como en otras partes del mundo, han ido de la mano de nuevas herramientas que proporcionan la tecnología e Internet, que a su vez han traído otros cuestionamientos como la explosión del fenómeno selfie, que, según algunos especialistas, inhibe la experiencia con el arte; para otros, por el contrario, los autorretratos provocan que la gente dialogue con las obras.

Uno de los proyectos más audaces lo echó a andar el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) y se llama “El MUAC en tu casa”, tiene el objetivo de llevar el arte visual y contemporáneo a personas que por cuestión de distancia o poca familiaridad con el arte, no han visitado el recinto.

Una importante cantidad de recintos ubicados en la Ciudad de México, desde el Museo del Juguete al Dolores Olmedo, utilizan Instagram para difundir sus muestras y actividades, aunque el Museo del Objeto del Objeto da un paso más y da cuenta del proceso de montaje de sus exposiciones; recintos como el Nacional de Antropología y el Nacional de Historia abren los lunes para que jóvenes interesados en la fotografía tomen imágenes para publicarlas en la aplicación Instagram.

Recientemente el Museo Nacional de Arte invitó al público a bailar salsa como parte de su más reciente exposición, Melancolía, y el Nacional de las Culturas del Mundo realizó actividades con artistas drag queen. Cada una de las iniciativas ha suscitado controversias en mayor o menor medida.

Romper fronteras. El MUAC se hizo una pregunta: ¿cuál es la frontera de un museo? La respuesta fue, ninguna. Y echó a andar “El MUAC en tu casa”, de la mano de las Preparatorias y Colegios de Ciencias y Humanidades de la UNAM. Desde 2013 ha llevado piezas para el resguardo y exhibición a casas de los estudiantes. En su quinta edición, expandió el programa al estado de México y para las próximas planea abarcar más estados de la República.

“No sólo es un proyecto de vanguardia en términos de nuevas dinámicas de transmisión de saber y de creación de comunidad, sino que hemos descubierto que tiene un impacto muy importante en los jóvenes participantes. Se seleccionan entre seis y siete grupos con alrededor de cuatro integrantes para que durante siete semanas se lleven a casa una obra original de la colección del museo, de un artista vivo. Es un gesto bastante radical de parte de una institución porque estamos hablando de obras patrimoniales con un valor simbólico y económico muy fuertes; es un proyecto muy arriesgado”, explica Mónica Amieva, jefa del Programa Pedagógico del MUAC.

Un estudio de impacto del programa mostró, dice Amieva, que fue positivo. “La idea es que los jóvenes echen a andar su imaginación para transmitir conocimientos, generar reflexiones y aportar al tejido social. El estudio de impacto demostró que sí era efectivo y que se estaban cumpliendo los objetivos. Desde el principio del proyecto tuvo una gran recepción interna porque el MUAC tiene una museología crítica, una rama autorreflexiva sobre la labor social de los museos. Ciertamente hubo dudas sobre los riesgos, sin embargo nos entusiasmamos mucho y hubo una gran cohesión del equipo de trabajo porque no sólo iban a aprender los chicos, nosotros también”, detalla.

El Museo Nacional de las Culturas también ha roto esquemas. Hace unas semanas, en el marco del Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, invitó por primera vez a un grupo de artistas drag queen para realizar actividades en torno a relatos mitológicos de la India, Grecia, Roma y Japón. La respuesta fue arrolladora: alrededor de 150 personas acudieron a la invitación, un número pocas veces visto en el recinto. “Invitamos a las artistas a abordar los temas con toda la libertad, así que hubo desde danza hasta narraciones con humor. Fue muy enriquecedor para todos. Teníamos una expectativa del perfil de visitantes por la respuesta que hubo en redes sociales, pensamos que vendrían principalmente jóvenes, pero llegaron muchos adultos mayores porque querían saber qué era una drag queen y qué iban a hacer en un museo. Al final los comentarios fueron muy interesantes”, dice Rodrigo Hernández, del área Educativa del recinto.

Añade: “La gente que entra a un museo tiene, en principio, disposición para aprender, para participar, para disfrutar y para respetar al recinto y a lo que va a ver. Me parece que asistir a un museo a disfrutar de un espectáculo drag queen cambió la perspectiva de todos, tanto a las artistas como a los visitantes. Trabajamos en un museo de las culturas y en muchos casos de culturas vivas, así que tratamos de que los actores vivos vengan a hablar de sus culturas. Nuestras opciones para atraer público son ilimitadas. Buscamos compartir los contenidos del museo de forma dinámica e innovadora”.

No sólo la asistencia de las drag queen ha sido exitosa, Hernández recuerda la realización de un flashmob con body paint, así como un concurso de atuendos y caracterizaciones de distintas culturas, dirigido a público en general y a escuelas de diseño. “Participaron alrededor de 25 personas y nuestra pasarela fue la calle hasta llegar al museo. Fue muy interesante porque cautivamos al público que está alrededor del recinto, muchos de los locatarios de la zona entraron por primera vez al recinto. Fue muy bonita la experiencia”, recuerda.

Las nuevas tecnologías y las redes sociales pusieron en el mapa un campo de acción que poco a poco ha sido explorado por los recintos museísticos. En este sentido, una de las propuestas más interesantes se realizan en museos y zonas arqueológicas del INAH a través de la tendencia InstaMeet, que se refiere a los usuarios de la red social Instagram dedicada en exclusiva a fotografías y videos, utilizada principalmente por marcas comerciales.

En el INAH se adaptó y la herramienta es usada como InstaINAH. En principio, dice Rodolfo Hernández, editor del área web del Instituto, el objetivo fue crear comunidad en redes sociales, particularmente en Instagram. “Abrimos la cuenta de Instagram en octubre de 2014 y debíamos sumar seguidores, para lograrlo nos propusimos lanzar el InstaMeet en el Museo Nacional de Historia, luego lo lanzamos en el Museo del Carmen, seguimos con la zona arqueológica de Tlatelolco, en el Museo Nacional de las Culturas, el Templo Mayor y el último lo hicimos en una exposición del Museo Nacional de Antropología. A la fecha contamos con más de 79 mil seguidores”, explica Hernández.

El INAH lanza una convocatoria a participar en el programa a través de sus redes sociales, se registran alrededor de 100 personas y tras una selección se aceptan a 30 convocantes para un mayor disfrute del evento. Los ganadores acuden los días lunes, cuando se encuentran cerrados los espacios para que puedan disfrutar de las exposiciones y tomar todas las fotografías que deseen con sus celulares, para después exhibirlas en sus cuentas de Instagram. A la fecha, no sólo se han sumado seguidores a la red social, también visitantes a los distintos espacios. “No son visitas guiadas, los instagramers pueden recorrer los espacios que están abiertos exclusivamente para ellos, pero si tienen dudas o inquietudes, entramos para atenderlos en todo lo que necesiten”, detalla Hernández.

El Museo Nacional de Arte (Munal) asegura Aarón Polo, responsable de comunicación del recinto, no busca nuevos públicos, busca ocuparse de todos los públicos. Para lograrlo —detalla— no sólo están innovando en redes sociales, sino también ideando programas para niños, adultos mayores, jóvenes y adultos.

El Munal recientemente se vio en medio de una gran polémica por la obra Salón Munal, donde las penas se van bailando, a cargo del artista Daniel Godínez, que se desarrolló a propósito de la exposición Melancolía; en su penúltima sesión la actividad congregó a más de 200 personas. “El Museo cuenta con diferentes áreas de atención al público y nos hemos dado cuenta que la mayoría son jóvenes, y el que menos nos visita es el infantil; también hemos descubierto que la población de adultos mayores ha ido creciendo. Con estos datos hemos lanzado diferentes estrategias con el mismo fin, generar lazos más cercanos con la comunidad que nos rodea. Tenemos un público cautivo, pero nos interesa expandir las áreas geográficas y los rangos de edad; para lograrlo se han dividido en dos bloques: actividades en torno a las exposiciones y las actividades generales del museo”, sostiene Polo.

Así, sus estrategias van desde talleres para enseñar el proceso de una exposición, hasta visitas guiadas para invidentes y atención a niños y adultos mayores. “No pensamos en los nuevos públicos, sino en todos los públicos, ese es nuestro trabajo. Ahora estamos en otro proyecto llamado ‘Con palabras’, que consiste en formar personas que trabajarían con las comunidades cercanas para mostrarles que este edificio que parece ostentoso e impenetrable es un espacio más de la colonia, queremos que nos consideren un lugar a donde se puede llegar”, advierte Polo.

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