Sin buscarlo llegó a la vida de Guayo la oportunidad de convivir con niños y jóvenes en situación de calle, internos de la cárcel, gente con problemas de adicciones, migrantes, familiares de desaparecidos; se volvió maestro y amigo de ellos: “los nadie”, y poco a poco se convirtió en la voz de los sin voz, retrató sus historias como un reclamo, un grito de esperanza, en busca de exorcizar sus propias vivencias.
“Quizá esté sirviendo yo como una conexión entre los dos mundos, entre un mundo oficial o formal y el mundo alternativo o marginal. Me han dicho que yo soy el vocero de los que no tienen voz, no lo pretendo así, pero seguramente sí me he convertido o voy en ese camino”, expresa el también caricaturista Eduardo Guayo Valenzuela a EL UNIVERSAL Querétaro.
De visita de esta ciudad para exponer por primera vez, presenta en Casa de la Cultura Ignacio Mena Derecho de réplica, serie de óleo, acrílico y grabado, siguiendo las técnicas de agua fuerte, agua tinta y punta seca.
La colección exhibe la verdad que vive México; sus personajes son tan reales como el músico de la calle, los migrantes, hombres de distintas edades cubiertos por cicatrices internas y tatuajes que revelan las penurias de su vida.
“Esto visualmente es bien interesante, a veces no es algo estéticamente aceptable pero es muy interesante el ver una piel con todas las etapas de su vida, cómo van viviendo sus amores, sus desamores, sus entradas a la cárcel, ahí hay unas historias bien interesantes”.
Guayo es originario de Torreón, Coahuila; estudió diseño gráfico y se ha especializado en varias técnicas, con maestros como Carlos Giménez (historieta), Miguel Canseco, Karla Ripley y Nunik Sauret (grabado). El especialista en caricatura política refleja en gran parte de su obra la etapa de violencia en la que se vio envuelta Torreón, y en cada pieza busca también exorcizar vivencias personales que le han dejado el convivir con esos seres que llaman “los marginados”.
“En una ciudad tranquila como Querétaro ahorita, así estaba Torreón y de repente en dos o tres días encontramos colgados en las calles, en los puentes, descabezados, muertos en todos lados, fue muy impactante y hay por ahí cosas que sólo el arte puede sacar y yo intento así exorcizar mis propias vivencias”, narra.
Y en esa ola de violencia ni siquiera los ángeles se salvan, igual son asesinados; pero algo pasa en los mexicanos que a pesar de tanto dolor que provoca la violencia, intentan estar contentos, de eso también pinta Eduardo.
“Hay una serie de ángeles mensajeros, ya sea acribillados; también hay una serie de grabados que se llama Ciudad Cumbia, es el proceso histórico social que nos tocó vivir en Coahuila, la violencia se apoderó de nuestras calles y los laguneros, como somos todos los mexicanos, intentábamos estar contentos, y la cumbia es parte de la idiosincrasia local en la que puede haber una balacera y algunas personas bailando cumbia”, cuenta.
Derecho de réplica estará abierta al público hasta 28 de agosto en la Casa de Cultura Ignacio Mena.