El artista, que desde corta edad se ha dedicado a desarrollar su pasión retratando a los protagonistas más destacados de las letras hispanas, aclaró desde el inicio de la plática, que ésta no estaba encaminada a brindar tips de cómo crear una buena imagen, sino que narraría su historia para dejar algo en los presentes, que en su mayoría eran jóvenes.

“Sin un sentimiento, sin una pasión, ninguna de las cosas que hacemos tiene sentido para nada”, con esas palabras comenzó la mañana.

El inicio de su carrera arrancó en 1978 en Buenos Aires, cuando una de sus profesoras del colegio le ayudó a él y a un grupo de amigos a abrir su mente con clases gratuitas de literatura, cine y otras manifestaciones del arte.

Mordzinski contó con orgullo que a los 15 años fue parte de un pequeño grupo de elaboración de cortometrajes en formato Súper 8 con su “compinche” José Campanella, quien años más tarde se convertiría en un emblemático director de cine, televisión, guionista y productor; ganador del premio Oscar como Mejor película de habla no inglesa, en 2010.

Años más tarde, al cumplir la mayoría de edad, se aventuró a viajar a París, en donde tuvo su primer trabajo como fotógrafo. “Fue una experiencia difícil, era el dueño de un banco y no quería ser retratado en ese momento, yo veía mis francos escaparse, ya había hecho cálculos con mi primer sueldo, pagar mi alquiler. Para lograrlo saque el argumento más ridículo y le dije ‘yo soy cliente de su banco’, de inmediato aceptó. De la necesidad, de la pasión y la garra, salen este tipo de comentarios que hoy sé que no son los ideales, pero es justamente lo que quiero transmitirles”, relató Mordzinski.

Otra experiencia que marcó su vida surgió a los pocos meses de su estadía en esa ciudad, la cual lo acogía de una forma especial. En ese tiempo le propusieron montar una exposición dentro de un centro cultural. “Me encontré por casualidad a Julio Cortázar, tontamente, o no sé si así lo fue, lo invité a que acudiera, le dije soy Daniel, no soy nadie ni he hecho nada, pero mañana es la primer exposición de mi vida. Sorprendentemente acudió”, narró como si estuviera viviendo ese momento otra vez.

Entre los presentes, una joven curiosa le pidió al artista que contara sobre una experiencia grata con alguno de los escritores que han estado frente a su cámara, y recordó el 28 de enero de 2010, cuando la esposa de García Márquez lo llamó para que tomara imágenes del escritor en su casa.

“Fue en Cartagena durante un festival, era el primer día y yo tenía unas fotos con Mario Vargas Llosa antes. Cuando llegué con Gabo ya me había cambiado de ropa, me puse una guayabera blanca, la cual tenía una mancha enorme en el centro causada por la caja de chocolates que le llevaba de regalo, por más que intenté eliminarla cada vez se hacía más y más grande. Al final fueron unas fotos increíbles, pues fue en el momento en el que Márquez estaba ido y no se daba cuenta de la enfermedad que tenía. Ese mismo día tenía la inauguración de mi galería por parte del festival, así que fue un día de muchas emociones”, relató Daniel.

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