Un café en una fábrica abandonada en la zona portuaria de Río de Janeiro es el inédito y sorprendente lugar en el que los admiradores en esta ciudad brasileña del novelista colombiano Gabriel García Márquez se reúnen periódicamente para debatir sobre la obra del fallecido nobel de Literatura.
Los incondicionales del autor de "Cien años de Soledad" se vienen encontrando en el café carioca para discutir sobre las obras del escritor; escuchar a algunos de sus amigos, como los escritores brasileños Nélida Piñón y Eric Nepomuceno, y aproximarse a la cultura colombiana mediante degustaciones de sus comidas y de su café, y veladas con viejos vallenatos y cumbias.
Este sábado, por ejemplo, se reunieron en un club de lectura para debatir sobre la novela "Crónica de una muerte anunciada"; asistieron al documental "Gabo: la creación de Gabriel García Márquez" (inédito en Brasil) y escucharon relatos de la novelista brasileña Nélida Piñón sobre su amistad con el colombiano.
En agosto pasado, en la primera de las actividades, inauguraron una exposición de ejemplares de las diferentes traducciones al portugués de las obras de García Márquez y participaron en una mesa redonda encabezada por Nepomuceno, el traductor oficial de Gabo al portugués en Brasil.
Mientras que Nepomuceno relató el pasado 12 de agosto varias de sus anécdotas junto al colombiano, como su reacción cuando recibió el Nobel, este sábado, tras un almuerzo con bandeja paisa vegetariana, patacones y arepas, Nélida Piñón conversó sobre las relaciones de Gabo y la editora española Carmen Balcells, representante de ambos.
Todas las actividades forman parte de una iniciativa bautizada como "Medio siglo de soledad", destinada a conmemorar el cincuentenario de la publicación de la obra maestra del colombiano e impulsada por el grupo editorial brasileño Record, propietaria de los derechos de las novelas de García Márquez en Brasil.
La iniciativa también tiene como impulsores a "Gabo café", una pequeña cafetería inaugurada el año pasado para homenajear al novelista de Aracataca, y la Fábrica Bhering, una tradicional factoría de golosinas y chocolates inaugurada en 1934 en la ahora revitalizada zona portuaria de Río de Janeiro y que en 2007, tras dos décadas de abandono, fue ocupada por medio centenar de talleres de artistas y convertida en polo cultural.