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La suspensión, a tres días del estreno en el Bolshoi, de un ballet sobre la vida de Rudolf Nureyev, disidente soviético homosexual considerado uno de los mejores bailarines clásicos del siglo XX, levantó sospechas de que el teatro moscovita cedió a presiones homófobas del Kremlin.
Nureyev, aplazado oficialmente hasta mayo de 2018, tenía todos los ingredientes para enfurecer a los radicales religiosos: el amor de Nureyev hacia su pareja, el bailarín danés Erik Bruhn, es el centro de la obra escrita y dirigida por Kirill Serebrénnikov, crítico del Kremlin y la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Por si fuera poco, se ha dicho mucho sobre la promiscuidad sexual del talentoso bailarín que desertó de la Unión Soviética en los años 60 del siglo pasado, en plena Guerra Fría, y que murió en Francia con tan sólo 54 años a consecuencia del Sida.
El director del legendario Bolshoi, Vladímir Urin, anunció su decisión hace dos días, a punto de la primera función prevista para este martes, y argumentó que el espectáculo no se ha ensayado lo suficiente y “no está listo” para ser mostrado al público.
Es la primera vez desde que cayó la URSS que la catedral del ballet mundial suspende una obra —en el siglo XX solo lo hizo tres veces—, pero lo más inaudito es que es la primera vez en sus dos siglos y medio de historia que lo hace a tres días del estreno.
“No me creo que Serebrénnikov quisiera estrenar un espectáculo sin preparar. También Urin es un dirigente experimentado, que en caso de temer un fracaso habría aplazado el estreno mucho antes”, escribió ayer el columnista Matvei Ganapolski en la web de la popular emisora de radio Eco de Moscú.
La cadena de televisión opositora Dozhd reveló que el ballet fue suspendido por orden personal del ministro de Cultura ruso, Vladímir Medinski.
Un espectáculo “sobre la libertad de los homosexuales” en la principal escena teatral del país “parecería una provocación”, dijo a Dozhd un periodista de la agencia oficialista TASS.
Medisnki reconoció haber hablado de Nureyev con el director del teatro y apoyó su decisión de suspender el estreno, aunque aseguró que el ministerio “no interfiere en el repertorio” de los teatros “ni se dedica a censurar”.
Vladímir Aristárjov, segundo del Medinski, subrayó en declaraciones al diario Védomosti que “la propaganda de las relaciones sexuales no tradicionales es, por supuesto, inaceptable”.
Aunque en este país rige desde hace unos años una ley contra la propaganda homosexual entre menores, se esperaba que el ballet se estrenara con una clasificación para mayores de 18.
Otra cosa son los sentimientos de los creyentes, que en Rusia parecen exponerse a conciencia a representaciones artísticas que pueden ofenderles en lugar de evitar acudir a esos lugares.
En 2016 la organización conservadora Oficiales de Rusia obligó a cerrar una exposición del fotógrafo Jock Sturges tras acusarlo de promover la pornografía infantil, aunque aquí no expuso imágenes de menores desnudos.
Según TASS, la mayoría de los bailarines implicados en el ballet de Serebrénnikov iban a actuar “sin ropa”, y además, el director teatral tenía la intención de usar para el cartel de la obra una fotografía de Nureyev en la que aparece completamente desnudo.
La voz de los actores. Los actores y otros integrantes del equipo de Nureyev negaron al unísono que el ballet no estuviera listo, mientras que Serebrénnikov —que ha participado en varias manifestaciones de protesta contra el presidente ruso, Vladímir Putin— se limitó a decir, en tono irónico, que “hay que seguir la línea del Gobierno”.
“Así lo ha decidido el teatro”, recalcó el respetado director, investigado por malversación de fondos públicos en un caso que muchos ven como una campaña de persecución contra un artista incómodo para el Kremlin.
En definitiva, “no es que el espectáculo no esté preparado para el estreno, es el país el que no está preparado para esta obra”, concluyó Ganapolski.
El director de Nureyev, Kirill Serebrennikov, es conocido por sus producciones audaces que se burlan del creciente conservadurismo social ruso. Serebrennikov fue detenido e interrogado en mayo en un caso penal de malversación de fondos gubernamentales. Sus simpatizantes desestimaron la investigación, en la que él negó cualquier fechoría, como una venganza de los círculos conservadores del Kremlin por su sucinta sátira del funcionariado ruso. Serebrennikov se abstuvo de comentar sobre la decisión del Bolshoi.
En respuesta a numerosos reportes anónimos de que el ballet fue prohibido por el ministro de Cultura Vladimir Medinsky por su representación de la homosexualidad, el ministerio dijo a la agencia Interfax que Medinsky tuvo una “extensa y detallada conversación telefónica” con Urin sobre Nureyev pero que no se presionó al Bolshoi.
“La censura y las prohibiciones no son el estilo de nuestro ministerio”, dijo, y agregó que confía en las decisiones del teatro, financiado por el Estado, sobre qué espectáculos montar.
El Bolshoi ha estado plagado de escándalos en años recientes. Su director de ballet Sergei Filin perdió gran parte de su vista como resultado de un ataque con ácido por un bailarín disgustado en enero del 2012, un incidente que expuso las disputas internas del teatro. Urin fue contratado como director poco después de eso.