Un rey que demuestra amor por su hija, un niño triste y un monstruo, un par de bohemios y la pandilla de Los Vikingos, del barrio de San Andrés en Guadalajara, fueron algunas de las historias contadas en la actividad “El barrio toma la palabra”, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
De viva voz, integrantes del taller "El barrio toma la palabra", de la Galería José María Velasco en el barrio de Tepito, así como del Barrio de San Andrés de Guadalajara, dejaron constancia de que no solo son barrios bravos, sino localidades sensibles al arte y a la cultura, a las tradiciones orales y a todo lo que ahí viven.
El director del Foro Internacional de Narración Oral (FINO), Armando Trejo, habló sobre la segunda sesión de la actividad "El barrio toma la palabra", un proyecto que dijo:
"Es convocado por la Galería José María Velasco, iniciado hace dos años en Tepito, Peralvillo y la Morelos, en el que se invita a vecinos de esos barrios, se unan a este movimiento de narradores orales para compartir, cuentos, anécdotas y todo lo referente al oficio milenario de contar historias".
Durante la sesión, participaron además narradores del Barrio de San Andrés de Guadalajara, en su mayoría adultos mayores, que al igual que sus compinches de la Ciudad de México, uno a uno desfiló por el escenario para contar sus respectivas historias.
Coordinados por Elizabeth Martínez, cada uno de los narradores y cuentistas, hizo uso de la palabra para contar sus respectivas historias, cuentos u otras vivencias, mismas que fueron del agrado de un pequeño grupo que se dio cita en ese espacio cultural.
Algunas de amor, otras de ficción, otras más basadas en hechos reales y hasta optimistas, fueron algunas de las historias que se escucharon y que tienen en común, el poder de la palabra y la oralidad.
De acuerdo con Armando Trejo, el objetivo de esta actividad, es brindarles a los narradores, herramientas para que, desde la oralidad, la anécdota y las fuentes literarias, puedan tomar la palabra frente al público y con ello formar una identidad de sus barrios.
Comentó que el público que acude al taller es muy diverso, pues participan desde amas de casa y vendedores hasta activistas y fotógrafos, a quienes se les enseña a contar, expresarse con dirección a un público y lograr ser “una suerte de cronistas de barrio que mantienen la memoria para las nuevas generaciones”.