Picasso protagoniza a partir de hoy sendas exposiciones en Marsella, que van más allá de sus cuadros y que muestran su trabajo como escenógrafo en los Ballets Rusos y cientos de postales con las que el artista realizaba largos "viajes imaginarios" sin salir de casa.
"Picasso viajó poco, pero en su cabeza inventó otros mundos", explicó el director del Museo Picasso de Barcelona, Emmanuel Guigon, presente en la inauguración de "Picasso, viajes imaginarios" en el centro de La Vieille Charité, un antiguo hospicio reconvertido en museo.
Las postales, esculturas y pinturas del artista se mezclan con piezas de otros museos de Marsella, ya que como explicó uno de los comisarios de la exposición Guillaume Thaulière, la idea de la exposición es "tejer un hilo" que una todas las obras.
Thaulière aclaró que, sobre todo, les inspiró una frase de Picasso: "Si señalamos en un mapa todos los itinerarios por los que he pasado y los unimos con un trazo, este representaría quizás un minotauro".
Esta figura mitológica (mitad hombre, mitad toro), que representó muchas veces a lo largo de su vida, abre esta exposición que ofrece una visita por el "África fantasma", el "Oriente soñado" o las costas mediterráneas que Picasso solía recorrer en tren para ir a las playas del sur de Francia.
Además de la costa francesa, París ocupa un lugar importante en la vida del pintor y en la exposición, que exhibe cuadros como "Le repas frugal" ("La comida frugal"), que datan de la época bohemia y triste que vivió Picasso tras el suicidio de un amigo en la capital.
Y muchas de las postales de la colección evocan la cultura española más tradicional con paisajes, imágenes de toros y retratos de mujeres con mantilla que el artista coleccionó porque le traían recuerdos de sus raíces andaluzas.
También hay cartas "extremadamente graciosas", explicó Thaulière, como las "corridas pornográficas", unas postales que representan toreros, toros y órganos sexuales, y que ocupan un pequeño lugar entre las decenas de postales que cuelgan de los muros del museo.
Las artes y tradiciones populares que influyeron a Picasso también están presentes en el museo Mucem de Marsella, que exhibe bocetos y trajes que Picasso creó entre 1916 y 1921 para cuatro espectáculos de la célebre compañía Ballets Rusos, de Serge de Diaguilev.
Parte del éxito de los espectáculos de "Tricorne" y "Cuadro flamenco" residió en incluir bailes típicos y música española como el cante jondo andaluz, que suena de fondo en esa sala del Mucem.
En el diseño de los coloridos vestuarios se combinan el cubismo típico del artista con el arte africano, la alta costura y los trajes tradicionales españoles, con lo que consiguió transformar "el cuerpo del bailarín en obra de arte", en palabras de los comisarios de la exposición.
En los primeros años del siglo XX los intelectuales y artistas buscaban renovar el teatro y huir de las formas de expresión burguesas, por lo que se interesaban en el circo o en los bailes populares
A Picasso le llamaban especialmente la atención los títeres y marionetas, muy comunes en la Italia de la época, por lo que acudió a varios de esos espectáculos en Roma o Nápoles que le inspiraron para algunas de las creaciones que se expondrán hasta el 24 de junio en Marsella.