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Todas las culturas disfrutan de la música y el canto, y esas canciones tienen muchos propósitos diferentes: acompañar un baile, tranquilizar a un bebé o expresar amor.
Ahora, después de analizar grabaciones de todo el mundo, investigadores informan este jueves en Current Biology que las canciones vocales que comparten una de esas muchas funciones tienden a parecerse entre sí, sin importar de qué cultura provengan.
Como resultado, las personas que escuchan esas canciones en cualquiera de los 60 países pueden hacer inferencias precisas sobre ellas, incluso después de escuchar solo un rápido muestreo de 14 segundos. Los hallazgos son consistentes con la existencia de vínculos universales entre la forma y la función de la música vocal, dicen los investigadores.
"A pesar de la asombrosa diversidad de música influenciada por innumerables culturas y disponible para el oyente moderno, nuestra naturaleza humana compartida puede ser la base de estructuras musicales básicas que trascienden las diferencias culturales", dice uno de los científicos, Samuel Mehr, de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos.
"Mostramos que nuestra psicología compartida produce patrones fundamentales en la canción que trascienden nuestras profundas diferencias culturales", agrega el coautor del estudio Manvir Singh, también de Harvard. "Esto sugiere que nuestras respuestas emocionales y conductuales a los estímulos estéticos son notablemente similares en poblaciones ampliamente divergentes", añade.
A través del reino animal, hay enlaces entre la forma y la función en la vocalización. Por ejemplo, cuando un león ruge o un águila chilla, suena hostil a los oyentes humanos ingenuos. Pero no estaba claro si el mismo concepto se mantenía en la canción humana. Muchas personas creen que la música está conformada principalmente por la cultura, lo que les lleva a cuestionar la relación entre forma y función de la música, dice Singh. "Queríamos averiguar si era así o no", explica.
Facilidad para identificar la función de una canción
En su primer experimento, el equipo de Mehr y Singh pidió a 750 usuarios de Internet en 60 países que escucharan extractos breves de canciones de 14 segundos. Las canciones se seleccionaron pseudoaleatoriamente de 86 sociedades predominantemente de pequeña escala, incluyendo cazadores-recolectores, pastores y agricultores de subsistencia. Esas canciones también abarcaron una amplia gama de áreas geográficas diseñadas para reflejar una amplia muestra de culturas humanas.
Después de escuchar cada extracto, los participantes respondieron a seis preguntas que indicaban sus percepciones de la función de cada canción en una escala de seis puntos. Esas preguntas evaluaban el grado en que los oyentes creían que se usaba cada canción: (1) para bailar, (2) para calmar a un bebé, (3) para sanar enfermedades, (4) para expresar amor por otra persona, (5) para llorar a los muertos y (6) para contar una historia. Ninguna de las canciones se utilizó para el duelo ni para contar una historia, pero se incluyeron esas respuestas para desalentar a los oyentes de la suposición de que solo cuatro tipos de canciones estaban realmente presentes.
En total, los participantes escucharon más de 26 mil extractos y proporcionaron más de 150 mil calificaciones (seis por canción). Los datos muestran que, a pesar de la falta de familiaridad de los participantes con las sociedades representadas, el muestreo aleatorio de cada extracto, su corta duración y la enorme diversidad de esta música, las clasificaciones demostraron inferencias precisas e interculturalmente fiables sobre las funciones de las canciones sobre la base de formas de canciones únicamente.
En un segundo experimento de seguimiento diseñado para explorar las posibles formas en que las personas tomaron esas determinaciones sobre la función de la canción, los científicos pidieron a mil usuarios de internet en Estados Unidos e India que calificaran los extractos de tres características "contextuales": (1) número de cantantes, (2) género de cantante/s y (3) número de instrumentos. También los calificaron en siete características musicales subjetivas: (1) complejidad melódica, (2) complejidad rítmica, (3) tempo, (4) ritmo constante, (5) excitación, (6) valor y (7) agrado.
Un análisis de esos datos mostró que había alguna relación entre esas diversas funciones y la función de la canción, pero no fue suficiente para explicar la manera en que las personas podían detectar de manera fiable la función de una canción. Mehr y Singh dicen que uno de los hallazgos más intrigantes se encuentra en la relación entre las canciones de cuna y las canciones de baile.
"Los usuarios no solo identificaron mejor las canciones utilizadas para esas funciones, sino que sus características musicales parecen oponerse entre sí de muchas maneras", dice Mehr. Las canciones de baile en general eran más rápidas, rítmicamente y melódicamente complejas, y los participantes las percibían como "más alegres" y "más emocionantes"; las canciones de cuna, por otro lado, eran más lentas, rítmicamente y melódicamente simples, y se percibían como "más tristes" y "menos emocionantes".
Los investigadores dicen que ahora están llevando a cabo estas pruebas en oyentes que viven en sociedades aisladas de pequeña escala y nunca han escuchado música aparte de la de sus propias culturas. También están analizando más la música de muchas culturas para tratar de descubrir cómo su propias características articulares se relacionan con la función y si esas características en sí mismas podrían ser universales.