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El cine mexicano vive un momento extraordinario, se producen 175 películas cada año y hay un hombre que las ve todas: Jorge Ayala Blanco, quien no solamente es el más importante crítico de cine en México, además es uno de los más puntuales analistas y estudiosos de la realidad nacional contada desde la pantalla grande y sabe que se produce mucho cine pero casi todas las películas se estrellan en la cartelera.
El historiador, ensayista y profesor decano de la UNAM, que lleva 53 años dando clases en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), percibe un interés genuino de la próxima administración por abordar el problema del cine nacional. María Novaro — nombrada por la virtual secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, como directora del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE, )— conoce bien y ha padecido sus problemáticas en carne propia: sus películas no alcanzan a entrar a la cartelera comercial.
En entrevista, el colaborador de Confabulario, habla de las dolencias de la cinematografía mexicana pero también de su vitalidad, de la que deja constancia en su libro La novedad del cine mexicano que presentará el 28 de agosto a las 18 horas en la Casa Universitaria del Libro, junto otro nuevo volumen El cine actual, delirios narrativos, que comentarán Carmen de Lara, Rafael Aviña y Carlos Bonfil; dos ediciones del CUEC que conmemoran los 55 años de la escuela de cine.
Su libro confirma que México produce mucho cine
—En gran medida por eso yo podría definir este libro como el estudio de 100 casos límite; este corpus de películas me da una visión de diversidad extraordinaria. Como las películas se van directamente al ensayo literario no pasan por las necesidades del artículo periodístico, las escribo con toda la libertad y las rehago sobre la marcha, mil veces.
¿Llega una nueva administración su reto seguirá siendo cómo exhibir nuestro cine ?
—La nueva administración tiene un paquete pesadísimo; va a estar en manos de una ex alumna del CUEC, cosa que me parece muy chistosa porque estamos hablando de 55 años del CUEC, en estos 55 años también se formó María Novaro; fue mi alumna durante cinco años, es una persona finísima que respeto enormemente y me parece una mujer muy talentosa, tendrá en sus manos el reto de prácticamente rescatar toda una cinematografía. Rescatar una industria que fue extraordinariamente fuerte y que la vemos hecha pedazos; que puede producir 175 películas de manera casi artificial para que se vayan al matadero en la cartelera comercial.
¿Cómo lograr, ahora sí, resolver el problema de la exhibición?
—Claro, ese es el reto, cómo lograr eso y además hay algo que me parece fundamental. A María no le van a platicar el problema, lo ha vivido y lo está viviendo hoy, hoy, hoy. Su película, extraordinariamente fina que se llama Tesoros, no pasó a la cartelera, esta fantasía sólo se exhibió en la Cineteca Nacional, en el gueto del cine de arte. Es extraodinariamente valioso el circuito pero no es a lo que aspiraba esta película. Cómo lograr realmente resucitarlo, hacer que el cine mexicano no se pierda, que las películas, tengan realmente la vida que merecen tener, que lleguen al gusto del público. Cómo lograr eso es el gran reto.
¿María podrá hacerlo?
—Ha habido directores de IMCINE que yo creo que no son pillos, no son la mafia del poder, fueron gente que llegaron muy maniatados, los tres o cuatro últimos directores han sido gente de buena voluntad y han llegado hasta donde podían llegar. El problema es qué tantos intereses va a poder afectar la nueva administración del cine, no se trata solamente de ser un buen administrador, no se trata sólo de ser un visionario del cine mexicano, sino también hasta dónde va a poder afectar intereses.
La palabra clave es afectar intereses porque para poder enderezar al cine mexicano hay que afectar intereses creados. Qué tantos vas a poder afectar, es un proceso difícil que puede llevar todo el sexenio o varios sexenios más pero el objetivo es precisamente rescatar el cine mexicano que para mí es extraordinariamente valioso, la prueba está en que puedo hacer casi un libro al año dedicado al cine mexicano con textos inéditos.
¿Tomará varios sexenios?
—¿Cuánto tiempo le llevó al cine mexicano llegar a la situación actual, de ser buena, mala o pésima? Son varios años de que todas las películas se estrellan en la cartelera; además está lleno de gente que no le interesa recuperar la inversión porque ganaron dinero haciendo la película gracias a la exención fiscal, todo mundo lo sabe. El truco está dado, no necesitas siquiera exhibir tu película para recuperar la inversión porque ya ganaste haciéndola. Ese es el truco de los productores. Es bastante triste pero se llegó a eso.
¿Cómo enderezar eso?
—Yo estoy por supuesto por una industria sana que no dependa del Estado. La función del Estado no es producir películas, es crear las condiciones para que esas películas sean recuperables, que lleguen a los destinatarios. Por supuesto que hay películas que se dirigen a la inteligencia del espectador y esas son las que tienen que ser rescatadas y tratadas de otra manera. Es una tarea titánica, yo quiero mucho a María pero no me gustaría estar en su pellejo.
¿No se exhibe pero se hace un cine muy novedoso como afirma su libro?
—Sí, hay algo nuevo en una tercera parte de las películas. Encuentro películas que hablan de la situación de la violencia contra las mujeres, como Tempestad de Tatiana Huezo, por ejemplo, un documental mexicano totalmente inédito; desde la manera de hacerlo es totalmente novedosa, es una película donde los personajes y las acciones están prácticamente en off y están siendo sugeridas fuera de campo. Es una película extrañísima. Esto para mí es totalmente nuevo dentro del cine mexicano; o películas como La sin ventura de Mary Carmen de Lara, que hizo una película sobre Alaíde Foppa que tiene algo que yo exijo en las películas documentales: que me revelen algo incluso en una persona que yo conocí. En esta investigación del pasado que ella hizo me revela un personaje para mí insospechado a pesar de haberlo conocido.
Claro que también hay películas sobre investigar el presente. La portada del libro está tomada de una película de los hermanos Greco: Mirar morir: el ejército en la noche de Iguala, sobre la matanza de Ayotzinapa, pero no es la película que todo mundo se esperaría, la película fácil y chantajista; la película va más allá, utiliza la cámara misma como un instrumento de investigación. Tiene algo totalmente nuevo en el cine mexicano dentro del cine documental: la película que no nos va a demostrar nada que ya estuviera planteado antes, nosotros vamos descubriendo cosas a medida que estamos viendo la película.
¿Hay una verdadera novedad en el cine?
—De ahí su título: La novedad del cine mexicano, es el número 14 y la letra N de la colección del abecedario del cine mexicano. Ya la Ñ está en prensa y llevó 25 capítulos de la O; es que salen una cantidad de películas de todo tipo dentro del cine mexicano, son 175 películas al año. Este libro cubre sólo un año y dos meses de estrenos y la ambición es sostener la idea de que sean películas que no registro en mis artículos periodísticos semanarios dentro de Confabulario, son artículos completamente inéditos; y plantearme con el título del libro una manera de ver las películas, la manera es siempre aspiracional y se trata de plantear el problema de las 100 películas que analizo desde la novedad. No me interesa si son buenas, malas, pésimas, si tuvieron éxito o no en la cartelera, si la vimos tres personas o fueron taquillazos, lo que me interesa es plantearme qué tienen de nuevo.
El segundo libro es El cine actual, delirios narrativos
—Siempre elijo una perspectiva y desde ese punto de vista analizo 300 películas extranjeras de los últimos cuatro años. La perspectiva que ahora tomo no es la cuestión de los géneros o los confines temáticos, sino una intuición sobre el cine actual de que ya no narra, sino que está delirando relatos, que el relato clásico ya estalló y lo que realmente vemos en la pantalla es el delirio. Que antes la gente iba a la fábrica de sueños, actualmente a lo que va es a comprar los delirios.
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