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La pintura de Frank Romero The Closing of Whittier Boulevard suma el escenario, personajes, color, contradicciones y tono de la protesta, de la lucha entre la policía de Los Ángeles y los ciudadanos de origen mexicano hace medio siglo.
Esa obra creada por Romero en 1984 ha pasado a la historia como uno de los más grandes ejemplos del arte chicano, reflejo de una estética, de la tensión social y de la fuerza de un movimiento que hoy jóvenes generaciones retoman en sus trabajos. La pintura es una de las piezas que estará en México dentro de la exposición Puentes en época de muros, que el 21 de septiembre se inaugurará en el Museo de Arte Carrillo Gil.
Puentes en época de muros traerá ejemplos de algunos de los más importantes artistas chicanos; se podrán ver obras del grupo conocido como los Four: Carlos Almaraz, Roberto “Beto” de la Rocha, Gilbert “Magú” Luján y el propio Romero; así como de Patssi Valdez, Yolanda González, Salomón Huerta, Ana Serrano, Cindy Santos Bravo y José Ramírez.
Son alrededor de 80 trabajos realizados entre los años 70 y este 2018 por artistas —casi todos— de origen mexicano, nacidos en los Estados Unidos. Son pinturas que representan diversas generaciones, y que recogen preocupaciones comunes sobre la sociedad, la migración, la herencia mexicana, la vida de los mexicanos en los Estados Unidos.
La base de la exposición es la colección de AltaMed Health Services que fundó y dirige Cástulo de la Rocha, empresario y coleccionista, que apoyó, fue parte de la lucha y fue amigo de los artistas y gestores del movimiento chicano en los años 70.
“Esas obras fueron importantes hace 50 años cuando Frank Romero y Carlos Almaraz, y Beto de la Rocha y ”Magú”, Harry Gamboa, y Patssi Valdez, empezaron a pintar como jóvenes de 16, 17, 18 años; eso sigue muy relevante en lo que está ocurriendo hoy. Esos temas todavía nos hablan, nos tocan de una forma u otra, nos tocan el corazón o el sentido político porque lo que se oye en Washington D.C. lo veo en estas pinturas”, dice en entrevista el empresario, quien estuvo de visita la semana pasada en México junto con el exalcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, con el fin de promover los lazos culturales entre las dos ciudades.
Descendiente de una familia del sur del estado de Chihuahua, De la Rocha cuenta que la colección de más de mil 200 obras de arte comenzó como hobbie. “Yo, como activista durante los años 60 y 70, tuve muchos amigos, y tengo muchos amigos, que son pintores y artistas, y empecé guardando, mejor que colectando pinturas de esos amigos. Ese hobbie ahora es una colección de arte chicano-mexicano en Los Ángeles”.
Después de la muestra Before the 45th | Action/Reaction in Chicano and Latino Art (en referencia al presidente 45 de EU, Donald Trump), presentada en Washington, y del programa Pacific Standard LA/LA, la exposición llega a México para enfatizar ese diálogo entre diversas generaciones de artistas de origen mexicano, con el propósito de ser una especie de puente que dé a conocer cómo es el arte de esos creadores, y que resalte lo que tienen en común los dos países, más que las diferencias.
“La política y el racismo no son únicos con Donald Trump, los hemos visto por muchos años en Estados Unidos, y esas son las luchas que se expresan en esas pinturas”, asegura.
La historia.
En los muros de las cerca de 50 clínicas de AltaMed están colgadas algunas de las pinturas de esta colección. Pero hay algo más, y es que artistas como Yolanda González participan en un programa pedagógico de la compañía que consiste en talleres de arte para adultos mayores.
“Lo interesante para mí del arte chicano es que las raíces están en lo que nombramos The Chicano Movement, que ocurrió durante el movimiento civil de la comunidad afroamericana en los Estados Unidos, con Martin Luther King. Yo viví esa experiencia, yo fui uno de esos jóvenes muchachos. El arte chicano, con los escritores, los poetas de esa misma época, expresaba las opiniones de la comunidad. Siempre ha habido pintores mexicanos en los Estados Unidos, pero fue muy importante y las generaciones que han seguido han visto la influencia de ese movimiento, que era un movimiento político buscando la justicia, buscando formas de eliminar la discriminación. Buscamos mucho en el sistema político, pero esto era algo más importante para nosotros porque pudimos reclamar nuestros valores como mexicanos. Históricamente, en los Estados Unidos ha habido un sistema de racismo y oposición a lo que es lo nuestro. Esa fue la oportunidad de una comunidad de reclamar lo que era suyo”.
Las obras de estos artistas fueron hechas dentro de un debate personal y social por la identidad, un debate que en cierta forma se mantiene. De la Rocha lo retoma: “En parte no somos americanos, no somos iguales a la mayor parte de la población americana y, a la vez, México nos llamaba pochos: ‘que no somos mexicanos, que estamos rechazando al país, que no hablamos el español como debemos’. Y nos encontramos en un mundo que no es ni de aquí ni de allá. Pero en esa época pudimos reclamar lo que era nuestro y la palabra chicano fue un grito para reclamar”.
Para el coleccionista, es importante que estas obras no se vean como arte menor: “Esta es una expresión de la comunidad chicana en los Estados Unidos, pero es una expresión del arte americano en la mejor forma, no es algo aislado, no es un segmento pequeño en una esquina. Yo espero que en un tiempo ese arte sea reconocido en México”.
De la Rocha se refiere a las obras de nuevos artistas: “Hay un grupo de jóvenes en esta colección que empieza a pintar y a expresar esas mismas aspiraciones en nuestra comunidad, las mismas que Carlos Almaraz, Frank Romero, y Gamboa expresaron hace 30, 40, años”. Un ejemplo de esos jóvenes es Ana Serrano.
Al preguntarle qué cambios advierte, responde que aunque los estilos y técnicas han cambiado, las condiciones no necesariamente:
“Soy abogado, me recibí en una de las mejores escuelas de Derecho en los Estados Unidos, pero decidí dedicarme a la comunidad mexicana, a esa lucha social, y entiendo muy bien las necesidades de la gente. Han cambiado las oportunidades, hemos hecho muchas cosas en los Estados Unidos, pero a la vez la pobreza sigue, es igual”.
En contraste con esa pobreza, De la Rocha destaca cómo ha habido desarrollo de comunidades de origen mexicano en ciertos estados del suroeste de la Unión Americana y cómo ciudadanos descendientes de mexicanos han ocupado cargos públicos en Los Ángeles y California: Antonio Villaraigosa, como alcalde, y Kevin de León, en el Senado estatal, y por ello cree en que hay que trabajar para el largo plazo: “En unos 10 años, o antes, vamos a elegir un mexicano como gobernador del estado; un senador del estado de California y, muy posiblemente, un mexicano nacido en los Estados Unidos, como presidente. Son cambios reales. Lo que sale de Washington D.C., lo que se oye por los medios, la posición de la administración sobre inmigración, eso es algo que a nadie le gusta. Vamos a tener a Donald Trump por tres años más y, no se sabe, puede ser hasta más. Lo importante son las votaciones en las elecciones de noviembre porque el Congreso puede cambiar, y si cambia él no tiene el control del presupuesto. Somos 40 millones de personas y el arte nos da esa posibilidad de buscar esa conversación, de buscar una forma de aprender de uno al otro. En las pinturas se ven nuestros deseos, nuestras luchas, aspiraciones, lo que hemos pasado en los Estados Unidos; lo que se ve en esas pinturas es que tenemos más en común que diferencias”.