En 1901, en tiempos del Porfiriato, una redada interrumpió una fiesta secreta, donde todos los invitados eran hombres, algunos de ellos vestidos de mujeres, y todos terminaron arrestados. Eran 41 varones, aunque algunas crónicas de la época dicen que en realidad eran 42, uno de ellos, yerno del mismísimo Porfirio Díaz, pagó con buen dinero su libertad.

Retomando ese famoso “Baile de los cuarenta y uno”, Juan Carlos Franco escribió Los delirantes, obra seleccionada para representar a Querétaro en la Muestra Regional de Teatro (MRT) Zona Centro Occidente que próximamente se realizará en Michoacán.

Los delirantes es parte de la Trilogía del reino que inició funciones en 2016 y que incluye las obras Los paraísos verdaderos y Fuimos bárbaros; las tres piezas estuvieron en la Joven Dramaturgia 2017, representando el trabajo que se está realizando en Querétaro.

Los paraísos verdaderos lleva a escena la relación de dos monjas en medio de la Revolución, dos chicas de clase media en la Ciudad de México, en pleno 1968; y una chica cuadrapléjica con su cuidadora a finales de siglo.

Por su parte, Fuimos bárbaros exhibe la relación entre hombres y mujeres, desde el romanticismo, hasta terminar en la violencia marcada por el poder militar y político.

Y Los delirantes presenta la relación entre dos hombres, un joven rico y uno pobre que se conocen en el “Baile de los cuarenta y uno”; un padre de familia que se enamora de un viejo amigo y termina asesinado; y una pareja de jóvenes que ha llegado a la provincia en los años 90 y la misma ciudad, Querétaro, con sus tabús y moralidad, los está minando.

Juan Carlos Franco, actor y director de la Trilogía del Reino, platica de este proyecto que ha sido reconocido en la Muestra Estatal de Teatro, con la selección de Los Delirantes, producción de Catamita con las actuaciones de Jorge Martinoli y Fernando Carvajal.

¿Cuál es el origen de la Trilogía del Reino?

—Nació porque yo quería hablar de la relación que existe en México, entre la violencia y el erotismo, y la forma que yo encontré de hacerlo fue a través de la historia, para no mostrar tramas que no fueran necesariamente actuales, que tuvieran que ver con el narco o que exploran cosas muy cercanas a la actualidad; quise mostrar, a distancia, la historia y que nos dejara ver que sigue sucediendo hasta la fecha esa relación entre erotismo y violencia, la pregunta que yo me hacía era ¿cómo es que uno puede amar hoy en un país o en unas circunstancias donde el cuerpo está tan devaluado, hay tanta muerte y hay tanta violencia? Eso lo terminé relacionando con la sexualidad y resultaron los textos que conformaron la Trilogía.

¿Fue pensado desde un principio como trilogía?

—En un principio, justo Los delirantes era lo que queríamos hacer, todavía no estaba escrito el texto pero yo quería hacer una obra muy sencilla con dos actores muy corporales, sólo con dos paredes y que pudiéramos nosotros ver —con ayuda del texto y de la creación corporal— estos lugares del erotismo y la violencia de una manera muy sencilla pero muy estimulante. Y alguien me dijo, bueno, si lo vas a hacer de dos chicos porque no la haces también de dos chicas, y pensé que estaba interesante y dije: sí lo voy a hacer de gay y de lesbianas, también hago una de heterosexuales y así fue como nació.

¿Cómo ha sido la respuesta del público al ver expuesto ese erotismo, que en muchos casos sigue siendo tabú, y la violencia un hecho aislado?

—La reacción del público ha sido sorprendentemente muy favorecedora y lo que más me gusta a mí es que, al menos el público que se ha acercado a una obra que a todas luces es de confrontación y dura, lo que más le ha dolido, lo que más le ha chocado a ese público, no ha sido el erotismo, sino la violencia, que era justo lo que yo quería, no quería usar tanto la sexualidad y las relaciones humanas, sean de la orientación que sean, como ese punto de conflicto dramático sino la violencia y eso es lo que me gusta más de la reacción de la gente, que ellos salen impactados por eso, por la forma en que los cuerpos, las parejas, las subjetividades han sido violentadas de una manera extrema a lo largo de la historia de México, desde el Porfiriato hasta nuestro días y me hace muy feliz, porque quería justo eso, hacer notar que a pesar de que ha pasado mucho el tiempo y que estamos viendo historias de incluso más de 100 años, seguimos igual, seguimos siendo un país muy violento, incluso, ya pensándolo así estamos en guerra y había que hablar de ello.

Pero no sólo son problemas de mexicanos

—Estoy muy de acuerdo, lo que yo quería hacer es hablar de México y de nosotros como mexicanos frente a la violencia, como violentados y como violentadores, tenía mucho en la cabeza —después de Country, obra que hicimos antes en Catamita— que me dijeron por qué hablar de Estados Unidos cuando podemos hablar de lo que pasa en México y quizá ese comentario fue uno de los detonantes de que la Trilogía fuera sumamente mexicana y me interesaba hablar desde nosotros.

De Los Delirantes, ¿qué platicaste con el jurado de la MET?

—Nos decían que les parecía muy propositiva a nivel visual, nos estuvieron hablando de la pertinencia del tema, con la forma en que está contada y cómo a veces tiene algunos vicios melodramáticos, a veces se encuentran ciertos momentos en donde la potencia podría estar reconstruida a partir de otro lado, una visión muy particular nos dieron y estamos muy conscientes que es una obra que vale la pena mejorar, pero al final creo que ganó Los Delirantes por ser un discurso atípico para Querétaro, y es la única obra que trata la provincia como represora (...) Todos los comentarios que nos hicieron estamos trabajándolos rumbo a la Muestra Regional y en general, para llegar a donde se pueda.

¿Qué viene tras este proyecto?

—Dejo Querétaro un rato para hacer cosas en otros lugares, pero se queda Catamita, ya trabajamos con otro dramaturgo que fue Imanol Martínez, fue una experiencia sumamente enriquecedora y siempre fue la intención de Catamita buscar creadores interesantes, encontrar a quién llevar a escena y eso nos tiene muy emocionados. Y de mi lado, buscar proyectos en el próximo año, fuera de la ciudad, para trabajar con gente nueva, dialogar con distintos contextos y aprovechando las oportunidades que se están presentando en ese nivel, encontrarme con amigos, creadores de otros lados y seguir haciendo teatro.

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