Quizá hoy pueda parecer tétrico, pero a finales del siglo XIX y principios del XX era muy común entre las familias retratar a los pequeños que fallecían a los pocos días de haber nacido o en los primeros años de la infancia.
Recibían el nombre de "angelitos", pues se creía que subían al cielo inmediatamante, al estar libres de pecados gracias a su inocencia. Los niños eran vestidos con alguna referencia religiosa, por ejemplo de San José, el Sagrado Corazón o la Virgen de la Inmaculada Concepción.
El ritual era conocido como "La Muerte Niña". Surgió en Europa, y llegó a América durante la época colonial (siglo XVII). De acuerdo a información del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en la primera mitad del siglo XIX, a través de la pintura se representaba a los pequeños difuntos de tres maneras: como angelitos, como si estuvieran vivos y llegando al cielo.
Pero en la segunda mitad del siglo XX aquel formato fue sustituido por la fotografía, al ser más económica y accesible. "El momento propicio para tomar la fotografía era cuando se vela al niño o previo al cortejo fúnebre, antes de levantarlo de la mesa", indican Julia Santa Cruz y Erica Itzel Landa en la revista Patrimonio cultural del INAH.
A los "angelitos" se les retrataba rodeados de su familia o solos, en ocasiones solían representarlos como si aún estuvieran vivos. "Los vestían con trajes blancos o sus mejores ropas para la ocasión, luego eran colocados sobre un tipo altar cubierto con una sábana blanca y finalmente los coronaban con flores de azahar y rodeaban con rosas, azucenas y nubes", indica el INAH.
Este atuendo era considerado sagrado, porque exaltaba la pureza del niño fallecido. Incluso, en la comunidad había cohetes que anunciaban festejo pues "había en el cielo un nuevo ángel".
Además, señala la revista Patrimonio cultural, el retrato del "angelito", en ocasiones guardado en el álbum familiar, "permitía conservar el recuerdo del hijo, nieto, ahijado, etcétera, que se perdió. Mas cuando esa imagen se colocaba en algún sitio destacado de la casa, tenía también como propósito mostrar con orgullo el ángel que el cielo ganó".
Intermediarios
Los "angelitos" eran considerados un puente con la divinidad. "Ellos son, en términos de la Iglesia Católica, los que van a pedir por ti. Porque fueron llamados por Dios, antes de cumplir una vida de pecado", explicó en una entrevista pasada Elsa Malvido, catedrática del INAH.
La alta tasa de mortalidad infantil en aquella época fue otra de las razones por las que estos retratos eran tan socorridos. Los pequeños morían entre los primeros meses de vida y hasta los 5 años de edad, principalmente por enfermedades como viruela, diarrea, fiebre, pulmonía, entre otras.
Aunque en la actualidad la tasa de mortalidad infantil se ha reducido mucho, esta tradición se conserva en algunas comunidades, como los municipios de Pino, en Zacatecas y el de Cosío, en Aguascalientes, según datos del INAH.
El ritual de "La Muerte Niña" tuvo varios exponentes en nuestros país. Fotógrafos que se encargaban de llevar a cabo esta tradición, como Juan de Dios Machain y Romualdo García Torres. También era muy común que anunciaran sus servicios en los periódicos.