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El arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier descubrió el monumento funerario más importante de Mesoamérica: la tumba del gobernante maya Pakal el 15 de junio de 1952, en el Templo de las Inscripciones, en la zona arqueológica de Palenque, Chiapas. Este hallazgo es sólo uno de los muchos que ha realizado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a lo largo de sus 80 años.
El Instituto, que fue fundado el 3 de febrero de 1939 por la Ley Orgánica aprobada por el Congreso de la Unión y por mandato del presidente Lázaro Cárdenas, no sólo realiza investigación, también lleva a cabo trabajos de conservación y de difusión del patrimonio arqueológico, antropológico, histórico y paleontológico de nuestro país.
Antes de convertirse en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, hubo un precedente, el Departamento de Monumentos Artísticos, Arqueológicos e Históricos; sin embargo, para las funciones que debía desempeñar, el organismo era insuficiente, aún más porque se necesitaba personal especializado.
El Departamento que estaba adscrito a la Secretaría de Educación Pública dejó de existir y surgió el INAH, con una estructura encabezada por el abogado y arqueólogo Alfonso Caso (1896-1970), quien descubrió la Tumba 7 de Monte Albán (1932).
Con motivo de los 80 años del INAH, EL UNIVERSAL convocó a especialistas, investigadores y artistas a reflexionar sobre cómo ha contribuido el INAH a la construcción de la identidad de los mexicanos, y de qué manera el Instituto debe trabajar para la preservación de las culturas indígenas vivas de México.
Alfredo López Austin, historiador
La meritoria labor del INAH ha contribuido con un esfuerzo gigantesco al desarrollo de las ciencias sociales en México, participando con ello en la formación de la conciencia social y nacional. Se han preservado por su acción (del INAH) los bienes tangibles e intangibles que sustentan dicha conciencia, muchas veces defendiéndolos de la avaricia de quienes quieren explotarlos empresarialmente. Una parte considerable de la obra del INAH descansa hoy en el esfuerzo arduo, constante y productivo de muchos trabajadores —jóvenes científicos muchos de ellos— que se encuentran en precarias condiciones de contrato por obra, sin reconocimiento de sus derechos laborales y sin una seguridad de permanencia en el trabajo.
Marta Turok, antropóloga
Al INAH se le debe analizar desde diferentes etapas. Primero estuvo abocado a la investigación, catalogación de obras, además, el instituto participó en las “áreas de folclor” que preceden al concepto de Cultura popular. Otro momento es cuando en 1972 se hace la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, porque se definen los elementos del patrimonio nacional a los que se les pondrá énfasis para su protección. Sin embargo, esa ley no incluía a las culturas indígenas vivas.
Hay varias instituciones que se han abocado a la preservación de culturas indígenas vivas. El INAH, con sus mandatos, no se vincula de la misma manera, no es que uno sea malo y el otro bueno, simplemente son diferentes maneras de vincularse. El papel del instituto ha sido un poco más de registro y algunos apoyos. Hay que cambiar el método de trabajo, hay que ser facilitadores, crear espacios para arte indígena.
Francisco Toledo, artista
El INAH es una institución que ha tenido más presencia en la Ciudad de México y no en todo el país, sobre todo tomando en cuenta que México es muy vasto. Al INAH le hace falta hacer su tarea realmente, (por ejemplo) en el caso de la etnomusicología, fue tema de interés de los americanos antes que del INAH, este Instituto tuvo una época en que se interesó por grabar música de los pueblos y hay una colección; sin embargo, esa colección no se ha enriquecido más, se ha reeditado, pero las nuevas generaciones no conocen esa música.
Las culturas se están deshaciendo, no sé si es tarde o no para hacer algo por ellas. Siempre se dice que el presupuesto es raquítico y con un presupuesto así no se puede hacer gran cosa. Por ejemplo, hay zonas arqueológicas que no se han tocado más porque no hay dinero para pagar a los arqueólogos. (Además) los museos regionales, como el de Santo Domingo, en Oaxaca, no se difunden entre los mexicanos y 80% son visitantes extranjeros, porque no tiene mucho impacto en la ciudad sobre todo entre los jóvenes, no sé si sea rechazo o indiferencia.
Eduardo Matos, arqueólogo
El INAH tiene que, por ley, llevar a cabo la investigación, conservación y difusión del patrimonio cultural de México. A lo largo de 80 años, esta institución ha llevado a cabo estas tareas a través de especialistas en arqueología, lingüística, etnología, antropología física, antropología social e historia. Muchos investigadores del INAH han marcado derroteros en la investigación en estas disciplinas cuyos aportes se han visto reconocidos a nivel nacional e internacional. La conservación del patrimonio arqueológico, colonial e histórico tiene una presencia fundamental, pues es indispensable para la preservación de estos bienes. Por otra parte, la difusión de estas investigaciones y sus resultados se aprecia en la red de museos del INAH; en conferencias y publicaciones de índole diversa que dan a conocer el pasado y el presente de lo que hoy es México. Todo ello, pues, ayuda en la creación de una identidad por medio del conocimiento de nuestra propia historia.
Haydeé López Hernández, arqueóloga
El INAH, a partir de investigaciones del pasado y presente de las poblaciones, ha sido pieza medular para indagar y saber cuáles han sido los mecanismos de desarrollo de los procesos identitarios. Sería difícil entender la identidad de los mexicanos sin el Instituto, porque no es la única instancia académica que ha realizado indagaciones en torno al pasado prehispánico, pero es la principal, la única responsable en términos legales de poder hacer indagación arqueológica. En ese sentido es en quien cae la mayor responsabilidad en torno al estudio y protección de esos vestigios.
El INAH ha contribuido e indagado al estudio de las poblaciones indígenas vivas, pero no está entre sus atribuciones hacer políticas públicas que influyan en el tratamiento político de estas poblaciones, para eso han surgido otras instituciones. Al Instituto, por sus estatutos, le quedó sólo el estudio y no la aplicación de las políticas públicas.
bft