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La fuente de la gracia, la única pintura del pintor flamenco Jan Van Eyck que posee el Museo del Prado de Madrid y una de las más relevantes de sus colecciones, vuelve a brillar tras la restauración y la investigación acometidas en torno a esta tabla de enigmático origen.
"Estamos muy contentos, porque ahora sabemos mucho más, como que solo estando muy vinculada al taller de Jan Van Eyck se pudo crear una obra como esta", subrayó hoy José Juan Pérez Preciado, comisario de una muestra abierta hasta enero de 2019 en la pinacoteca madrileña.
La primera documentación conocida referida a "La fuente de la gracia" la sitúa como un regalo de Enrique IV al monasterio jerónimo de Santa María del Parral (Segovia, centro de España) antes de 1454.
Allí fue descubierta hace 200 años y rápidamente se vinculó a la figura del célebre pintor flamenco, pero las numerosas dudas que la rodean, especialmente cómo llegó a España o que pudiera no ser una obra pintada directamente por ese artista, hicieron que perdiera interés paulatinamente.
La constatación ahora de la autoría "intelectual" de Jan Van Eyck es "la gran aportación" de la investigación emprendida en torno a la pintura, destacó Pérez Preciado.
En su opinión, "La fuente de la gloria", "una obra que fascinó desde su reaparición" en el siglo XIX, puede considerarse "uno de los grandes referentes de la pintura neerlandesa", lo que "hizo que la presencia de España en el conocimiento de este arte fuera mucho más apreciado".
Junto a la tabla, los visitantes de la exposición podrán conocer detalles asociados a la investigación, como los cambios acometidos sobre los trazos originales, otras pequeñas piezas alumbradas por el taller de Van Eyck que ilustran las concordancias de estilo e incluso la fotografía de Jean Laurent tomada en 1859, la primera que se hizo de un cuadro del museo.
Enrique Quintana, coordinador jefe de Restauración de Pintura del Prado, explicó que el trabajo de poco más de un año se centró sobre todo en recuperar la "riqueza" de la pintura, ya que la estructura de madera de roble se encontraba en "muy buen estado" y se decidió no tocarla.
La eliminación de capas de barniz oxidado que ocultaban algunos espacios y que daban al cuadro un tono pardo dieron paso a unos colores brillantes "muy bien conservados", especialmente llamativos en el caso de los verdes que, como destacó el experto, normalmente son los más sufridos por las alteraciones químicas que induce el paso del tiempo.
"Ahora parece recién pintada", se felicitaron los responsables del Prado por el aspecto que luce "La fuente de la gracia", la cual, al término de la muestra de la que es protagonista, "será colgada en un lugar más preeminente" del museo.
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