Las calles del centro de la ciudad son vigiladas por camiones de guerra. Policías armados con rifles y cascos marcan en la nieve la huella de sus botas en un vaivén que produce un ambiente militar.
El Super Bowl llegó a Minneapolis con el máximo nivel de seguridad que el gobierno estadounidense otorga a una celebración deportiva. Aproximadamente mil 700 funcionarios federales están involucrados en los preparativos.
En Nicollet Mall se encuentra la mayor concentración de visitantes y población que quiere ser parte de la experiencia del SB LII. La zona es vigilada por dos mil cámaras que son monitoreadas en un centro de comando cerca del US Bank Stadium, donde se disputará el partido entre Eagles y Patriots.
Construir un perímetro que no afecte a los negocios y hospitales que están en el corazón de la metrópoli fue un desafío, al estar ubicado el estadio en el centro de Minneapolis.
Para el domingo, tres mil agentes del orden público, en su mayoría oficiales, pero también detectives y analistas delictivos de 60 departamentos en todo el estado, y 40 agencias federales tendrán a cargo la seguridad de la ciudad que es considerada por las autoridades blanco de ataques terroristas.
Cerca de 400 miembros de la Guardia Nacional de Minnesota se desplegarán en eventos claves en la ciudad y en St. Paul y Bloomington.
El plan de seguridad en el US Bank Stadium, que según la NFL será “significativamente más intenso”, comienza cinco horas antes del kick off.
“El Super Bowl ha cambiado desde la última vez que lo organizamos en 1992. Desde entonces, nuestro mundo ha cambiado. Cuando ocurren incidentes como el de Las Vegas, ciertamente miramos nuestras prácticas y protocolos”, declaró la jefa de la policía de Minneapolis, Medaria Arradondo.
Minneapolis se blinda ante cualquier amenaza de seguridad, pero se abre a los aficionados de la NFL.