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TOLUCA.— Los postes terminaron por ser los demonios con los que Pumas se topó para imperdirle la victoria. El balón se estrelló ahí en tres ocasiones para frustrar a los universitarios y condenarlos a empatar sin goles en el Nemesio Díez.
Falta de puntería, también de suerte. Los envíos felinos acabaron golpeando la portería de Alfredo Talavera. Tres veces la pelota fue a dar ahí, sin que ésta quisiera irse a las redes de los Diablos Rojos del Toluca. El rebote ni siquiera caía en los pies auriazules para un contrarremate fatal. No hubo suerte para los universitarios.
Los rostros de incredulidad fueron la estampa de los jugadores capitalinos, cuando vieron que los maderos blancos los dejaban sin su primera celebración de tres puntos del torneo. Javier Cortés miraba al cielo, se tapaba la cara y después realizaba una sonrisa nerviosa, luego que poner un tiro libre en el travesaño en la segunda mitad. El vuelo del meta de los mexiquense había sido inútil, pero el grito de gol jamás llegó, a pesar de la instencia en busca de las redes.
Misma “tragedia” vivió Robin Ramírez. Se animó de larga distancia, buscando ganarse el puesto que ya le arrebató Ariel Nahuelpán con tan sólo llegar al plantel del Pedregal y quien no estuvo presente en el cuadro de Antonio Torres Servín por estar suspendido, luego de sufrir una expulsión ante Querétaro, en la pasada jornada.
El remate del paraguayo hizo una parábola, en la que parecía que el balón se iría por encima de la cabaña endemoniada, pero terminó por bajar e impactarse en uno de los postes de Talavera. Ramírez se tocó los cabellos con desesperación, hizo un enorme berriche y se quedó con ganas de marcar el camino hacia la victoria felina.
Efraín Velarde también lo intentó, como Cortés en una falta, y tuvo la misma fortuna. Otra vez el metal dejó sentenciado que Pumas no abriría de ninguna forma la portería toluqueña ayer.
Ante las bajas de Nahuelpán y Cándido Ramírez, quien ni siquiera apareció en la banca, el técnico auriazul tuvo que volver a lo que empleó el torneo pasado. Otra vez tuvo los mismos achaques que en el torneo pasado.
Falta de profundidad, de imaginación para hacer paredes que pudieran perforar la defensiva escarlata que siempre estuvo bien parada. La carencia de gol ha sido sintomática en la era de Torres Servín, y por más que busca variantes con modificaciones, éstas no le resultan.
Toluca fue una contradicción a lo que su entrenador fue como jugador. José Saturnino Cardozo no pudo hacer que sus Diablos Rojos consiguieran goles al por mayor. Cosa curiosa, como Universidad, los pingos también se encontraron en la agonía del partido con el travesaño, luego de un tiro a quemarropa de Isaac Brizuela que tampoco pudo acariciar las redes.
El partido más cruel que puede sufrir el aficionado es donde no hay goles, tal y como sucedió ayer en el Infierno. Al demonio escarlara se le olvidó como marcar anotaciones; Pumas sigue extraviado en el camino para encontrarlas. Empate 0-0 que tuvo emociones en el Nemesio Díez.
Pero definitivamente los postes también juegan.