Parecía que la venganza de Tigres no llegaría. Que el candado impuesto por Matías Almeyda sería más que suficiente para frustrar el intento de desquite de Ricardo Ferretti y sus huestes, por la polémica final del torneo anterior.
Pero quien a hierro mata.... Otra vez el arbitraje tuvo que ver en un duelo entre regios y tapatíos. Minuto 90. Ya en tiempo de compensación. Tigres volcado al ataque en busca del milagro, y éste se dio. Centro de Gignac, la pelota pasa y Enner Valencia cae supuestamente por un agarrón de Michael Pérez. Discusiones, protestas, súplicas. Nada sirve. El árbitro Fernando Guerrero es impasible. El infalible Juninho manda un cañonazo al ángulo superior. Gol y venganza consumada, quizá no con el mismo sabor de una final, pero sí muy dulce ya que con esta derrota Chivas casi se despide de la Liguilla, porque ahora deberá ganar prácticamente todos sus juegos para optar por una posible clasificación.
Todos vaticinaban una goleada del equipo felino sobre unas Chivas que a cada jornada abollan su corona de campeón, pero en la realidad es que el esquema planteado por Matías Almeyda hizo ver mal al equipo de Ricardo Ferretti, cargado de estrellas, matones en potencia que en este juego no tuvieron oportunidad de desenfundar.
Al final, vino la polémica. Centro a segundo palo y Valencia acaba en el suelo. Penalti discutido pero el árbitro seguro de sí mismo no cambió de opinión. Juninho lo cobra con potente disparo que hace que el Volcán explote.
Tigres, de mal arranque de torneo, ya se metió entre los primeros cuatro lugares, y Chivas ya entregó su corona.