Quien diga que la cancha sintética se hizo para jugar el futbol… miente rotundamente.

Todos los equipos de la Primera División han tenido problemas al venir a jugar al estadio Caliente y Toluca no fue la excepción, sufrieron para adaptarse al césped que no es pasto.

“Es difícil jugar en el cemento”, así definió Antonio Naelson Sinha el actuar en esta superficie en la frontera. Los hielos en sus rodillas reflejan el desgaste que tiene la superficie por saltar, correr, frenar y acelerar en la ausencia del benévolo pasto natural.

“Tuvimos muchos problemas para controlar la pelota, para ponerla al piso, bota mucho, no, no me gusta, pero qué se le va a hacer”, dice el veterano jugador, de esos a los que les gusta que la pelota salga dando aullidos de gusto cada vez que se le toca y no aullidos por el mal trato.

Esta cancha se le dificulta a los equipos que tiene el gusto por jugar bien el balón, a ras de césped, cortita y al pie, como decían los de antaño, como le gusta a Enrique Meza. “Sí, es una cancha muy extraña, muy rápida, pero no nos podemos quejar por eso, si la Federación la acepta… qué le vamos a hacer, nosotros sólo tenemos que cumplir”.

Ahora se jugará la vuelta en el estadio Nemesio Díez, en territorio diablo, donde el demonio hace de las suyas. “Las cosas serán diferentes —asegura el panameño Luis Tejada—. Ellos [los Xolos] seguro que no van a correr tanto como lo hacen en su estadio, en Tijuana. Allá en Toluca está la altura y como a nosotros nos pesó la cancha sintética, a ellos les pesará nuestra cancha”.

Cada quien afila sus armas. Xolos con su césped sintético sacó ventaja de un gol, ahora con la altura a su favor ¿qué podrá hacer el Diablo?

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