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Fue un gol bello el del Miguel Layún. Lo suficiente para frustrar el intento de suicidio americanista que encabezó Rubens Sambueza.
De los botines naranjas del lateral de las Águilas salió un arcoiris para imponer la victoria de su equipo, sellar la perfección en casa y cazar el subliderato del Clausura 2014 con 12 puntos de 15 disputados.
El balón salió preciso, con un toque de billarista para irse al ángulo de la portería del Atlante. Pegó en el poste y se fue a la red. Festejo tempranero (8’), que acerca al zaguero a Brasil 2014, porque Miguel Herrera necesita esos goles para cumplir con el objetivo de llevar al Tri al quinto partido de la Copa del Mundo.
La apertura del marcador dejaba la sensación de una tarde de éxtasis goleador para el América. Superior e imponente, el juego azulcrema dominaba a placer a los Potros de Hierro. En el Estadio Azteca se esperaban más goles ante la presunción del desmoronamiento azulgrana.
Pero apareció Sambu. No el renovado, el del desequilibrio letal y el que “domó” Miguel Herrera cuando era el técnico, para convertirlo en un pilar del América poderoso, sino que surgió el conflictivo, el que es capaz de hacerle tres cortes de manga y proferirle insultos al árbitro.
Esa versión del nacido en Argentina terminó por dejar a su equipo con 10 hombres, luego de una rabieta en contra del silbante Jorge Antonio Pérez, quien no soportó la mala conducta del volante azulcrema y le mostró la tarjeta roja al 31’. Triste actitud para el talento y capacidad del zurdo en la cancha.
Las Águilas se empequeñecieron. Reducidas a su versión más chata, pálida y sin chispa al frente, padecieron la ausencia de Rubens. Antonio Mohamed lo único que alcanzó a hacer fue refugiarse en su banca, mientras su talentoso elemento se iba enfadado hacia los vestidores. El Turco prometió multarlo en caso de que se ganara sanciones en la cancha. Habrá que ver de qué nivel es el castigo que le impone a su irascible pupilo.
Nada fue igual en el partido. Atlante se envalentonó. Creyó en que su lucha por no descender podría tener otra gesta en el Estadio Azteca. Con mayor armonía en su trazos, los Potros asfixiaron a la zaga amarilla, que trataba de reponerse al duro golpe del golazo que les propinó el América a través de Miguel Layún.
Más los azulgranas se quedaron sin premio. Algunas insinuaciones, pero sólo una llegada de verdadero peligro. El cumpleañero Moisés Muñoz alcanzó a arañar un disparo cruzado de Michael Arroyo, para frustrar a los desesperados equinos.
Todas las limitaciones ofensivas de los azulgranas quedaron en evidencia. Carencia de punch que desnudó a un equipo pobre de goles y que necesita arrancar puntos para permanecer en Primera División. Balonazos al área, algunos toques que terminaron en paredes infructuosas, que de poco valían para un eventual empate.
Ansiosos y desesperados, los 10 jugadores emplumados que quedaron en el terreno de juego escucharon el silbatazo final con alivio.
El gol de Layún, con toda su belleza y la complicidad de algunas atajadas de Moisés Muñoz, salvó al América de ceder puntos en su Nido, en gran medida “gracias” al irascible Sambueza.