MONTERREY.— Antonio Mohamed apretó el puño. Tenía la mano sudorosa de nervios porque su equipo parecía estar contra las cuerdas al pie del Cerro de la Silla.
Pero al final pudo festejar el triunfo de su equipo (1-2) sobre Rayados, que le da crédito como director técnico del América. Tony suspiró, sintió alivio por el fin de una crisis severa de resultados.
Se diluyó la presión en el Nido azulcrema. Un balón empujado por Rubens Sambueza liberó a El Turco de una semana de cuestionamientos, de dudas, de peticiones de renuncia por parte de sus fieles aficionados.
Tres puntos vitales, que le sirven más al americanismo para tener una semana tranquila porque su futbol aún dista de ser el espectáculo goleador que heredó Miguel Herrera hace unos meses.
Sambu apareció como el amuleto de siempre. El salvador que extrañaban las Águilas y que necesitaba con urgencia Mohamed apareció, luego de un partido en el que pasó inadvertido. Como los héroes, se mostró en el momento justo para dar el triunfo a su equipo y poner fin a una racha de tres derrotas de forma consecutiva.
Ese tanto marcó el estreno goleador del habilidoso zurdo. Además, significó un ápice de esperanza para las Águilas, pues si su baluarte ofensivo se encuentra con los goles, lo más seguro es que en Coapa vuelen alto.
Era el minuto 88. Momentos antes, Monterrey puso un balón en el poste y puso a trabajar a Moisés Muñoz, quien se mostró dubitativo y vulnerable, a unos cuantos meses del Mundial de Brasil.
Justo ante el apremio regio, Sambueza pudo rematar un centro de Paul Aguilar con el arco vacío, ya que Jonathan Orozco estaba fuera de combate.
En cuanto la pelota tocó las redes. Rubens detonó el éxtasis azulcrema entre sus compañeros y aficionados que estaban en el Tec. Corrieron, se abrazaron, obtuvieron una sensación por la que habían tenido nostalgia.
La inercia negativa que acarreaban los americanistas se detuvo por fin.
Mohamed, con sus lentes de hipster, hizo una mueca de felicidad ante el triunfo. Un gesto así no se le había visto en el último mes como estratega del América.
Fue tanta su alegría, su pasión desbordada, que terminó expulsado del encuentro, pero con la confianza de que su equipo no dejaría ir esa victoria oxigenante, que le da mayor tiempo de maniobra para mejorar y convertir a las Águilas en el equipo que hace poco era.
El triunfo sobre Rayados representó un martirio. América se había ido al frente en el minuto 35, con un gol de un futbolista condenado a la suplencia, como lo es Érik Pimentel. Un cabezazo que tenía el augurio de un mejor trámite de partido para los amarillos.
Pero en los últimos 10 minutos, Rayados agobió a las Águilas. Insistencia por las bandas, por el centro y por medio de tiros de media y larga distancia. Aunque nada funcionaba para lograr el empate.
Hasta que Wilson Morelo aprovechó un rebote para vencer a Muñoz. Minuto 81 de juego y se venían instantes oscuros para el conjunto capitalino.
Llegó Sambueza a dictar lo contrario. Cuando mejor se veía Monterrey, un latigazo águila puso el marcador favorable para la visita.
La celebración del América en el estadio Tecnológico se engrandeció en cuanto los pupilos de El Turco recordaron que vuelven hacia los puestos altos de la Liga.
De nuevo se meten en el tercer lugar de la clasificación. Los 15 puntos que actualmente tienen los emplumados les hacen creer que pueden obtener un boleto a la Liguilla. Mejor aún, la estabilidad volvió al banquillo americanista. Antonio Mohamed respira tranquilo.