San Diego.— El balón era pesado, de caucho y al rodar sobre canchas de tierra, que con el paso del tiempo de juego se volvían de lodo, los futbolistas —en su rústico estilo— provocaban emociones a una tribuna que no entendía de tiempo, sino de pasiones.

Era 1916, y Sudamérica se reconstruía en el nuevo siglo después de años de luchas civiles y de ver a los vecinos como enemigos, entre tanta desconfianza, algo tenía que venir a unir a los pueblos, y ese algo fue el futbol.

La Copa América no nació como tal, nació como un simple torneo de invitación convocado por Argentina, que festejaba el centenario de su independencia.

Cuatro equipos participaron: Brasil, Uruguay, Chile y los anfitriones, y como en ese tiempo, los uruguayos ganaban todo, también conquistaron lo primero en disputa.

Así comenzó la historia, que ahora cumple 100 años: “El simple hecho de que un torneo haya durado tanto y haya tenido tanto éxito es motivo suficiente para festejar”, reclama Harold Mayne Nicholls, ex dirigente de Asociación Chilena de Futbol e historiador del balompié sudamericano. “Hoy, hacer un homenaje al campeonato de naciones más antiguo del mundo, lo que provoca es fiesta y borra de tajo todos los problemas de corrupción que ha arrastrado la Conmebol [en los últimos tiempos]”.

El año siguiente, en 1917, se fundó la Conmebol con sólo cuatro asociaciones, y la Copa se volvió institucional, aunque se llamaba “Campeonato Sudamericano”.

La organización compró una copa para festejar al ganador. El trofeo, dicen, costó 3 mil francos suizos, de aquella época. A cada paso tomaba forma y poder.

El certamen se realizaría anualmente entre sólo cuatro selecciones hasta 1921, que entró Uruguay. A finales de los 20, Bolivia y Perú ya eran parte de la Conmebol.

“Realmente, la Copa es una oportunidad de encuentro para los pueblos latinoamericanos. Es un escenario único como pocos en esta parte del continente, que permite que los pueblos hermanos confluyan buscando un gran logro deportivo”, reflexiona el periodista colombiano Ricardo Henao... pero no siempre fue así.

Después de la primera Copa del Mundo, celebrada en Uruguay en 1930, las relaciones entre uruguayos y argentinos se rompieron, por lo que el evento no se reanudó sino hasta 1935. De ahí en adelante, el campeonato entró en una etapa de desorganización, sin fechas estables y caos en los juegos.

Sin embargo, a partir de 1975, la Copa América tomó ese nombre. Dejó de disputarse a puntos, pero se realizaba a juegos de ida y vuelta entre los distintos países. Hasta 1987, la organización volvió a establecer que se jugara cada dos años, en una sola sede y en formato de competencia, estilo Copa del Mundo.

En 1993, la competencia abre “sus fronteras” al incluir como invitados a México y a Estados Unidos.

“El futbol es lo más importante de lo menos importante”, dijo el italiano Arrigo Sacchi, en Sudamérica. Ahora en todo el continente americano sirvió para unir naciones. “Fue un buen pretexto para volverte loco”, dicen por ahí.

Un pretexto que ya lleva 100 años de existencia y de una infinidad de torneos llenos de pasión.

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