Las carencias económicas con las que creció en Etchohuaquila, Sonora no daban margen para celebraciones. Pastel o alguna comida especial ni siquiera figuraban en la mente de Fernando Valenzuela.

Fernando cumplió 57 años de edad. Con su poder adquisitivo, el ex lanzador pudo festejar con comida y bebida de alto costo, pero prefirió el ambiente y los hot dogs de un estadio de beisbol.

“Lo mío no es festejar mucho, no crecí con esa costumbre y sigo manteniendo que mi cumpleaños es para recordar, para recibir felicitaciones de parte de mi familia y amistades. Pero nunca he hecho una fiesta grande, nunca he tenido a muchas personas en mi cumpleaños, es como cualquier otro día”, declaró Valenzuela.

El cumpleaños del Toro coincidió con el primer Juego 7 en la historia de Dodger Stadium. El ex lanzador vistió de saco y camisa para la ocasión. Por primera vez, la novena californiana juega un clásico de otoño sin el mexicano en el campo.

“Lo importante es que el equipo consiga el campeonato. Han pasado 29 años y la afición ya merece un título de Serie Mundial. Se ha batallado bastante y esperemos que sea la noche para ser campeones”.

Como cada ocasión que los Dodgers juegan en casa, Valenzuela acudió al comedor de medios, donde María Hartmark lo atiende como su hijo. Es el consentido, y aunque el pastel fue pequeño, la trabajadora con 27 años dentro de Dodgers, no quiso dejar pasar el día.

“Es un detalle para Fernando, un brownie con unos cuantos chocolates arriba y la vela para demostrarle nuestro cariño. Él significa mucho para los Dodgers y todos sus trabajadores porque es un ejemplo de dedicación y superación”, dijo María.

Desde que Valenzuela dejó a los Dodgers, la organización no ha conseguido un campeonato, por lo que en Los Ángeles ya se habla de una maldición que solo desaparecerá cuando retiren de manera oficial el número 34 del Toro.

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