Los novilleros Humberto Quevedo y Octavio de la Vega, a pesar de vivir una complicada tarde en el ruedo de la plaza Santa María en su Tradicional Novillada de Año Nuevo, cortaron una oreja cada uno para ser los triunfadores del festejo.
Agradable día en la Santa María que recibió a los aficionados que ocuparon un cuarto del aforo, para presenciar la entrega de los jóvenes que continúan en busca de formar parte de la baraja de matadores mexicanos.
Bien presentado el encierro de la ganadería de Gonzalo Iturbe, a la que cortaron una oreja Humberto Quevedo (a quien también se le fue vivo un novillo) y Octavio de la Vega quien por su valor y entrega le fue otorgado un apéndice.
Por su parte, André Lagravere ‘El Galo’ se fue en blanco, y sólo escuchó ovación.
Humberto Quevedo saludó con verónicas de tanteo aún sin entrar en confianza, después entró en quites con André Lagravere, quien quitó por chicuelinas y Quevedo por gaoneras.
Inició el queretano doblándose con la muleta ante un ejemplar bravo. Lució con tandas por la derecha aunque se notó el poco rodaje del novillero, que supo contrarrestar con valor y una estocada un tanto tendida para cortar una oreja.
El segundo para Quevedo fue un novillo de excelente presentación al que saludó por verónicas con el capote.
Emotiva fue la faena de Quevedo que cuajó muletazos de mérito conectando con el tendido, pero al final falló con la espada y escuchar tres avisos.
El toro no pudo ser regresado a los corrales y al final se le dio vuelta al ruedo cuando inicialmente el palco mandó sólo arrastre lento.
Octavio de la Vega saludó un tanto desconfiado al primero de su lote con el capote. Cubrió el tercio de banderillas en el que por poco sale cornado al ser embestido con su segundo par, pero supo reponerse e intentó, pero no pudo redondear su faena y recibió silencio.
El sexto fue un buen novillo. De la Vega realizó la faena un tanto atropellada, pero las ganas y deseo de triunfo lo llevaron a recibir al final una oreja.
André Lagravere ‘El Galo’ logró cuajar algunas verónicas ante su primero de la tarde, para después iniciar su labor de muleta ante un novillo serio, exigente, con el que no pudo acoplarse sin calar en los tendidos y solo recibió aplausos.
En el quinto de la tarde, realizó una faena con muletazos templados; faena que fue a menos tanto por parte del astado como del torero, pero, desafortunadamente, falló ‘El Galo’ con la espada dejando una estocada caída para ser silenciado.