TOLUCA.— El infierno choricero simboliza, literalmente, el adiós de Carlos Bustos. Luego del paseo que los Diablos Rojos le dan a la sombra de lo que algún día fue Chivas, el estratega rojiblanco renuncia, “por dignidad” y sin que nadie se lo pidiera. Lo hace enseguida de que concluye la batalla a favor del Toluca, por 3-1 en el Nemesio Díez.
“Sólo para informarles que en este momento presento la renuncia a la institución”, anuncia el estratega en conferencia, sin permitir preguntas. “Por el momento es lo mejor”, agrega. “Puede venir alguien a ayudar al equipo. Estoy agradecido con toda la gente que trabaja en Chivas, desde Jorge [Vergara] para abajo. He tenido siempre el mejor apoyo, por desgracia, las cosas no salen como uno quiere. Tengo dignidad. Podría aferrarme al puesto, porque no me han echado. Pero es una decisión mía. Queremos lo mejor, estamos agradecidos. Desgraciadamente no fue como nos hubiera gustado. Muchas gracias”, remata, sin más.
En la cancha, su equipo no ha logrado abogar por él. Ni siquiera cuando ha caído el único gol del Rebaño, más por accidente que por futbol.
Hoy, no queda nada de aquellas gloriosas Chivas que despertaban pasión en cualquier plaza de la República Mexicana. Las 22 piernas que representan al Guadalajara en la cancha del Nemesio Díez carecen de imaginación, coraje y futbol para darle un rumbo diferente al temible “fantasma” del descenso que los atormenta a diario.
Armado simplemente para aguantar defensivamente, el otrora Rebaño Sagrado exhibe sus múltiples carencias frente a un Toluca sólido, contundente, letal. Como puede, Carlos Bustos arma una línea de tres centrales compuesta por Álvarez, Pereira y Pato Araujo. Jesús Sánchez y Carlos Gerardo Rodríguez ocupan los carriles, mientras El Chatón Enríquez se la rifa en la contención. David Toledo y Fernando Arce son volantes abiertos, Ángel Reyna flota en la creación y Omar Bravo es el único delantero nominal.
Obviamente existe falta de imaginación a partir de que necesita más piernas en la media cancha. Requiere de más obreros recuperadores.
El dominio choricero es permanente, aun cuando toma ventaja a partir del minuto 23. Lobos suelta un potente disparo, en el cobro de un tiro de castigo. Toño Rodríguez escupe a córner y desde la punta derecha, el propio Lobos flota su centro para que el gigante Paulo da Silva la firme sin oposición. De ahí el tradicional festejo, con la cabeza recargada hacia su hombro izquierdo.
La segunda parte, sin embargo, llega acompañada de la “diosa fortuna”, esa que tanto les ha hecho falta.
El caso es que al minuto 51 llega el “accidente”. Arce suelta un centro al área, de rutina para la defensa. El contención Richard Ortiz rebana el esférico a primer poste y se lo pone al costado contrario a su guardameta, al que sorprende, ante el asombro de todos. Fernando celebra en la banda, junto a su banca, lejos de Bustos, quien soporta la tormenta toluqueña con un obscuro impermeable.
Pero como la falta de talento cobra caro, en un tris, los Diablos transforman la noche en infernal pesadilla. De inmediato, al 58’, El Pájaro suelta un disparo que desvía Chatón y techa a Toño. El 2-1 transforma La Bombonera en delirio para el Rebaño. Un par de minutos después, Lobos suelta un precioso centro y a segundo poste aparece cual ráfaga el letal Benítez, para convertir su segundo tanto y “matar” al ya malherido chiverío.
Sin tiempo para preparar el clásico tapatío contra el Atlas, las Chivas jugarán ahora sin una “cabeza”. Carlos Bustos se ha marchado y se especula que Ramón Morales asumirá como interino.