Redacción

TUXTLA GUTIÉRREZ.— No, parece que no era Mario Carrillo. Tampoco los refuerzos. Quizá ni la directiva. La realidad es que son todos. Y estos Pumas están muertos, bien enterrados, producto de una maldición que simplemente los poseyó.

Si se pensaba que no se podía caer más bajo, es porque aún no habían ido a Chiapas, contra unos Jaguares que bajo la mirada de Salvador Cabañas se metieron a la pelea por la calificación, al derrotar a los universitarios por 3-0.

Noche de muertos. Así quedaron los auriazules y de nada valió tener en la cancha a los exiliados por Carrillo: Emanuel Villa y Martín Romagnoli de inicio y a Luis García Sanz y Jaime Lozano de cambio.

De nada les valió.

Los problemas de Pumas ayer fueron la mala planeación, la poca paciencia y las decisiones equivocadas. No valía de nada meter a Villa a la cancha, si no hay un sistema que le haga llegar pelotas; no valía de nada que Romagnoli robara los esféricos si la defensiva es endeble, con los Pikolines viviendo una noche para el olvido; no valía de nada que Luis García entrara sin motivación y mucho menos el ingreso del Jimmy Lozano, quien regresó a su casa para retirarse en la gloria, aunque la realidad es que vive un verdadero infierno.

Culpables en Pumas son todos y todos deben de trabajar para salir del hoyo. Este torneo está por demás perdido, sólo un milagro los haría calificar pero ni así, ni por eso se salvan del fracaso.

No hay que demeritar el triunfo de Jaguares, ni la gran actuación de Édgar Andrade, autor de los dos goles que en el primer tiempo le cortaron las garras a los felinos de la capital mexicana.

De entrada, la idea de Torres Servín, técnico interino, no era mala. El llevar el balón hasta media cancha para de ahí cambiar el ritmo le funcionaba, pero los chiapanecos salieron conectados y con base en balonazos evidenciaron a la zaga visitante y los errores de Marco Palacios primero, y después de Alejandro, los dejaron sin respuesta.

Luis García entró de inmediato a tratar de cambiar el panorama, pero como respuesta llegó el tercer tanto de los sureños, obra de Luis Gabriel Rey, que terminó el juego cuando ni siquiera la primera parte había acabado.

De los exiliados poco se puede hablar. Villa tuvo, mínimo, dos oportunidades de anotar, en ambas el portero Édgar Hernández realizó grandes atajadas; Romagnoli trató de soportar el medio campo, aunque la ayuda de Jehú Chiapas no fue mucha. El argentino reventó un disparo al larguero. Luis García trató de conectar al equipo, pero falló más pases de los que acertó y Lozano no se notó.

Y es que las brujas, y no hablamos de Mamá Toña, se han apoderado de Pumas. No hay a quién culpar si los culpables son todos. Los que llegaron, los que se fueron y los que se quedaron.

Es difícil en dos semanas tratar de revivir a un muerto y es que Pumas está más que muerto... está enterrado; algo se tiene que hacer para que vuelva a la vida, pero todo indica que será hasta el ya cercano 2013 cuando esto suceda.

Y Jaguares piensa en Liguilla.

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