TOLUCA.— Exorcizados los Diablos Rojos en el “Infierno”, los Xolos de Tijuana coronan una temporada de locura. Once fieles “perros” muerden hasta provocar dos graves heridas en el Toluca, al que superan en el estadio Nemesio Díez, por un contundente 0-2 (1-4 global).
Se trata de una lección de disciplina, obediencia y futbol planteada por El Turco Mohamed, quien de aprendiz se transforma en maestro del propio Enriquie Meza, a quien se le va la quinta corona, y a sus demonios, la undécima estrella alrededor de su escudo, porque los Xolos, en apenas año y medio en Primera División, se aferran a su primer título de Liga en el frenético Apertura 2012, el cual llega a su fin entre ladridos y mordidas.
Vaya noche... fría y triste para quienes anhelaban otra corona; cálida y jovial para los nuevos monarcas.
Fiel a las indicaciones de su amo, el perro Xoloitzcuintle cumple su tarea sin temor alguno a la calentura que provoca la multitud que se asifixia entre aglomeraciones y nervios. Mas el frío que inyecta la rabiosa aplicación de los fronterizos, se suma al gélido clima de toda noche toluqueña, recrudecido en época decembrina.
Por eso, no es posible moverse de los asientos. Ni los mismísimos Diablos Rojos son capaces de explotar, atrapados por esa negra oncena de feroces perros.
En 45 minutos, la operación no prospera. El Toluca apenas requiere de un gol, pero no le es posible atravesar a los domesticables mordelones, al extremo de que entre tanto tejer y tejer, no consiguen incomodar al desperante Cirilo Saucedo, quien suele enloquecer a la afición local, bajo el amparo de la contemplación arbitral.
En esa dinámica de orden y hambre de título se muestran los tijuanenses. La mínima ventaja alcanzada en el juego de ida, en el estadio Caliente, es suficiente para incomodar al rival. Gandolfi, Aguilar y Castillo arropan en retaguardia a su guardameta. En la contención, Pellerano agrupa a Fernando Arce y Joe Corona, al tiempo que los veloces Duvier Riascos y Fidel Martínez se aglutinan para defender, labor a la que se agrega Alfredo Chango Moreno.
Mortificado, Enrique Meza no se encuentra. Necesitado de goles, utiliza sus mejores armas, incluido El Pájaro Benítez. Y al medio tiempo, incluye a Brambila en el ajedrez futbolísitico.
Pero ahora, con más espacios, los Xolos son definitivamente más peligrosos. Si acaso, un despiste al minuto 57, no logra ser aprovechado por Luis Tejada. Ahí se va el empate en el marcador global.
Desesperado, Enrique Meza recurre a Juan Carlos Cacho por Édgar Dueñas. Es el suicidio. El Turco Mohamed se reporta con Ábrego en retaguardia y mata a los Diablos en el contragolpe. El primer mordisco lo propina, Richard Ruiz, al 69’, tras un disparo de Arce al poste. Un minuto después, Duvier Riascos se monta en su motocicleta y aniquila a Talavera.
Todavía Cirilo Saucedo malabarea el esférico sobre el minuto 76. Lo atesora al fin en la línea de fondo, con ello, apaga el último afán de reacción toluqueño. Los baños de cerveza apenas refrescan a estos increíbles Xolos, obedientes, fieles a las órdenes de su amo. Y ya, ellos son los nuevos monarcas del futbol mexicano. Lo hicieron en propia casa del demonio.