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FOXBOROUGH.— La garganta de Carlos Peña se vuelve a anudar cuando recuerda al chico que hoy está en Guadalajara, ese con quien selló un pacto que el destino quiso despedazar.
Es entonces que el volante de la Selección Mexicana comprueba que el dolor aún persiste, por más que todos los días intente aminorarlo con una sonrisa y al jugar futbol. El Gullit se siente incompleto sin Luis Montes, el amigo junto a quien planeaba cumplir el sueño de jugar una Copa del Mundo.
Sus ojos se tornan cristalinos al recordarlo, más allá de que todos los días hablan a través del teléfono celular. El Chapo sigue en Guadalajara, donde se recupera de la intervención a la que fue sometido tras fracturarse la tibia y el peroné. Además de su familia, le acompañan los seres queridos de Peña, cuyo corazón todavía se lacera al recordar lo sucedido en el estadio AT&T.
“Fue un día muy doloroso para él, su familia, la mía. Para mí”, atina a decir el hombre de la larga cabellera. “Desde que nos mandaron al León, sólo él y yo sabemos lo que hemos sufrido”.
Se conocieron en las fuerzas básicas, mas se hicieron amigos en 2011, cuando ambos fueron enviados a los Panzas Verdes. Parecían condenados… Hasta que se convirtieron en piezas clave para que el hoy bicampeón del futbol mexicano regresara a las Primera División.
Carreras paralelas. Socios en la trinchera, se afianzaron bajo las órdenes de Gustavo Matosas. Varios meses después, Miguel Herrera les otorgó la cintura tricolor.
Soñadores, ambos imaginaron destacar en la XX Copa del Mundo y dar el salto a Europa. Planes que deberán esperar para ser cumplidos al doble, por lo que El Gullit promete destacar en Brasil 2014.
“Los dos siempre hemos tenido motivación y él la seguirá teniendo, porque es un hombre que se cae y se vuelve a levantar”, comparte, apesadumbrado. “Le he aprendido mucho, así es que creo que va a regresar con más fuerza”.