Pocos la llaman por su segundo nombre, el que le fue dado porque su nacimiento fue prácticamente un prodigio; aquella pequeña se aferró a la vida con todas sus fuerzas, como ahora lo hace a la posibilidad de conseguir una tercera presea en Juegos Olímpicos

Paola Milagros Espinosa Sánchez fue un bebé prematuro. Cuando iba a nacer, a su madre Josefina le detectaron un tumor en la matriz que ponía en riesgo la vida de su hija. La pequeña llegó al mundo el 31 de julio de 1986 y a partir de entonces se encargaría de escribir en la libreta inmaculada que el destino le regaló, grandes historias gloriosas.

Paola encontró en los clavados el desafío que como una niña hiperactiva buscaba. Sentir la adrenalina de subir a la plataforma y después lanzarse al vacío la llevaba casi al éxtasis.

Siempre ha sido una deportista que afronta los retos con determinación. Por eso llega a Río decidida a luchar por subir de nuevo al podio y ser la clavadista mexicana con más medallas olímpicas. En Beijing 2008 tuvo bronce y en Londres 2012 plata en plataforma sincronizada; la gloria individual se le ha negado.

“Siempre trabajaré para ganar y sólo la vida va a demostrar si puedo o no lograrlo”, dijo en alguna ocasión quien también fue la primera saltadora de México que conquistó oro en un Campeonato Mundial, en Roma 2009.

Esa medalla fue muy significativa, ya que se impuso a las competidoras chinas, cuya historia de éxito en los clavados es reconocida en todo el orbe.

Hoy es justamente una china quien guía sus movimientos, la corrige y afina su técnica, alguien a quien incluso llama su segunda madre: Ma Jin.

Paola llegó a la escuela de talentos del Centro Deportivo Olímpico Mexicano a los 11 años, y siendo todavía una niña tuvo que dejar La Paz, donde vivía, para mudarse a la Ciudad de México.

Su madre la acompañó durante algún tiempo, pero después tuvo que dejarla volar sola. Aquel diamante recién descubierto empezaba el proceso de abrillantamiento. Primero con Francisco Rueda, después con Jorge Rueda y actualmente con Ma Jin.

En 2003 comenzó a destacar a nivel mundial al obtener una presea de bronce en trampolín sincronizado con Laura Sánchez en el Mundial de Natación de Barcelona. Ese mismo año también fue medallista en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003 en plataforma y trampolín sincronizados.

Además suma triunfos en Juegos Centroamericanos, Universiadas y Series Mundiales de la FINA.

Pero también se ha llevado desilusiones, como cuando participó en los Juegos Centroamericanos de Cartagena 2006. Paola creyó haberse preparado para el éxito, mas no puso atención en lo que necesitaba y el resultado fue decepcionante. Eso le enseñó a que además de entrenar el cuerpo, hay que preparar la cabeza para la victoria.

Hoy, con 30 años recién cumplidos y un arsenal de experiencia acumulada, la bebé que adelantó su llegada al mundo se dispone a buscar un triunfo más, el que quizá sea el cierre de una carrera simplemente... milagrosa.

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