Ciudad Victoria, Tamaulipas.— “¡Dénle cabrones!, ¡ya llegó el Capi”... El grito irrumpió el silencio.
Sobre la carroza colocaron un casco gris y un jersey naranja con el número 6 que le perteneció a Luis Gerardo Gómez, capitán de los Correcaminos de futbol americano.
El jugador de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) fue asesinado. Sus compañeros le brindaron un entrenamiento a manera de homenaje para despedirlo “con honores” en su funeral.
El ‘Capi’ fue atacado a balazos la noche del lunes, cuando llegó a su domicilio acompañado de su novia, Vanessa Arasahí. Ambos resultaron heridos, pero Luis Gerardo falleció más tarde en el hospital.
La noticia de su muerte impactó a la comunidad de Ciudad Victoria. Apenas el 31 de octubre defendió con orgullo el uniforme de los Correcaminos en la semifinal de Liga Mayor de la ONEFA contra los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).
Tras caer en el encuentro, Gómez escribió un mensaje a los aficionados de su equipo por medio de las redes sociales:
“Gente, muchas gracias por su apoyo. Lamentablemente el resultado no fue el deseado. Marcador 21-16 favor Tecos. Me hubiera gustado que la afición viera este juego, ya que se merecen un duelo de esa dimensión... Este año la mayoría comenzó tarde la preparación. La siguiente temporada será diferente #LAULTIMAYNOSVAMOS #NADIEMEDETENDRA”.
Familiares y amigos acompañaron a los deudos.
Entre el dolor, la tristeza y la incomprensión, los compañeros de ‘Gerry’ contaron anécdotas alegres que vivieron con su capitán. La misa en memoria del jugador se realizó en la capilla Del Refugio.
Su mejor amigo, Emanuel ‘Megget’ Santiz, dirigió el entrenamiento con la presencia de todos los coaches. La novia de Luis Gerardo acudió en silla de ruedas.
“Levantando punta del pie derecho ¡Sale!, 1, 2, 3, 4”, gritaba Santiz, la voz se le quebró.
Ovaciones y porras se escucharon para el ‘Capi’. “Dirígelos ‘Gerita’ como tú lo hacías”, gritó uno de los encargados del conjunto de la UAT.
Terminó el entrenamiento. Los Correcaminos hicieron un círculo para despedirse de su amigo. Se escuchó un minuto de aplausos. La carroza avanzó hacia el destino final del joven de 23 años de edad y otro grito estalló en el cementerio: “¡Hasta siempre ‘Capi’!”.