MANCHESTER.— Cristiano Ronaldo se vistió de verde y cometió una diablura por la que tuvo que pedir perdón. El árbitro Cüneyt Çakir cometió otra, pero se fue con total impunidad y denostado, al tiempo que el Real Madrid se clasificó a los cuartos de final de la Champions League.

Los asistentes en Old Trafford, impávidos, observaron a CR7. No podían romper en furia contra el jugador que les expresó agradecimiento eterno y público, pese a que ayer terminó por fulminar el sueño del Manchester United de ganar la Liga de Campeones.

En cambio, el Real Madrid sonríe, porque sigue con su camino hacia la décima “orejona” luego de seguir con el estado de gracia y polémica arbitral que le acompaña últimamente.

El gol que significó el 1-2 final en los octavos de la Liga de Campeones de Europa a favor del madridismo provocó que Cristiano, con todo el dolor de su pasado, levantara las manos, se disculpara por herir de muerte a los Red Devils, que lo encumbraron.

El Teatro de los Sueños terminó por perdonar al astro del equipo español y explotó contra el silbante turco, quien decantó el partido hacia el bando merengue con el marcador 1-0 a favor de los ingleses, al expulsar de forma rigorista a Nani. En ese momento se derrumbó la estrategia de sir Alex Ferguson y se dio la voltereta visitante, que ya no alcanzó a reaccionar con la desventaja de dos goles y 10 hombres en la cancha.

Como un equipo canchero, el United entorpeció el juego de un necesitado Madrid. El gol de Danny Welbeck, marcado en el Santiago Bernabéu, hizo que Ferguson renunciara al ataque y esperara atrás a los ayer vestidos de verde, con el fin de matarlos al contragolpe. Ese planteamiento y la controvertida tarjeta roja a Nani terminarían por apuñalar al líder de la Liga Premier inglesa.

Los Red Devils habían encontrado en el repliegue la manera de herir a los de José Mourinho. Fue hasta el segundo tiempo cuando, en una jugada plagada de peligro sobre la meta de Diego López, Sergio Ramos terminó por empujar en su propia meta al minuto 48’.

José Mourinho no sabía ni qué hacer, estaba recargada su cara en una de las bardas que protegía su banca. Buscó soluciones y encontró un acertijo rojo.

Tras la diablura del arbitraje, tres minutos le bastaron al Madrid para remontar un duelo que se le iba al precipicio. Mou ingresó a Luka Modric, quien con un disparo potente y plagado de malicia, emparejó el partido y el gol de visitante del United (66’).

Los verdes se convirtieron en auténticos monstruos sobre el césped, dispuestos a devorar a su mermado rival. Tocaban el balón a placer y con la fiereza que no mostraron en toda la serie de octavos de final.

Mesut Özil filtró a Gonzalo Higuaín, quien envió un tiro-centro. Cristiano Ronaldo asistió a tiempo al encuentro con la pelota y no hizo más que empujarlo (69’).

Quiso festejarlo. Por poco lo hace. A CR7 terminó por conmoverlo el silencio en el Teatro de los Sueños, el estadio que alguna vez lo aclamó. En cuanto detuvo su carrera y se dio cuenta de que había herido a su querido United, hizo un ademán de disculpa por darle al Madrid el pase a cuartos de final y marginar a los Red Devils de la Champions.

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