Los botines con los que juega están a su derecha; en cambio, la decepción, la rabia y el sentimiento de culpa, en su interior. Expresa esas emociones apenas se le pregunta sobre el mediocre torneo de los Pumas.
No se pone de malas ni da respuestas cortantes, tampoco busca la evasión típica de los actuales directivos de Universidad. Hablar de un fracaso, a Martín Bravo no le asusta, pero pide perdón, porque pasaron de tener la etiqueta de favoritos al título a quedar prácticamente eliminados, a una fecha del final del torneo.
“Le quedamos a deber a la gente, porque siempre quiere que estemos entre los primeros lugares y es difícil conformarnos con palabras. No queda otra más que pedirles una disculpa, porque el torneo no fue bueno ni para ellos ni para nosotros”, acepta el delantero argentino.
Estar sentado en el paredón de los cuestionamientos para describir lo que fue la temporada felina es duro para Martín, porque tiene que calificar de frustrante la temporada de Pumas, quienes viven en el Apertura 2012, gracias a los poderes milagrosos que dan las matemáticas.
“El equipo no respondió a las expectativas que se habían generado al principio de torneo. Antes éramos uno de los candidatos [a ser campeones] y ahora estamos quedando fuera, de alguna manera se puede hablar de fracaso”, considera el autor de cuatro goles en el Apertura 2012.
La época de turbulencia en el banquillo de los Pumas —para el sudamericano— terminó por afectar al grupo. Llegó Joaquín del Olmo con una idea futbolística y luego se fue; arribó Mario Carrillo al Pedregal, con otra, y también terminó por irse de Ciudad Universitaria.
Como profesionales, enfatiza Bravo, respetaron las decisiones de la directiva, pero también achaca a la irregularidad del equipo a los constantes cambios de estratega.
“Es complicado trabajar cuando sale un técnico y viene otro, es lo que nos toca a nosotros, de parte del plantel hay que estar mentalizados para lo que pase. Tuvimos dos cambios de técnico y en cierta manera afecta al sistema del equipo”, justifica.
Hoy, sólo queda resignación en el campamento de los universitarios.
“Son casi nulas las posibilidades. Lo único que nos queda es cerrar bien. Creo que es justo [quedar eliminados]. Dejamos escapar las chances que tuvimos”, lamenta.
Así, Martín Bravo termina su comparecencia. Toma los botines que tenía a su lado y se va. Sólo un aficionado al salir de la Cancha Dos lo espera para pedirle un autógrafo.