El amargo pasaje del futbol mexicano y sus extraños manejos ha quedado impreso en la autobiografía del director técnico sueco, Sven-Göran Eriksson, quien le dedicó una buena parte de su libro “Sven: Mi historia”.
Eriksson, quien vivió un fugaz pasaje dentro del balompié local como estratega de la Selección Mexicana, camino al Mundial de Sudáfrica 2010, describe en el texto los peculiares modos de los dueños del balón, a tal grado de que considera que la forma como se maneja el futbol en nuestro país sería algo “impensable” en Inglaterra, dado que él tenía que reportar a los propietarios los asuntos inherentes al Tri.
“Fue absurdo”, redacta Sven en su obra. “Yo no podía reportarle a personas distintas y todos ellos tenían intereses distintos”, acusa.
“Siempre había sido claro que quería reportarle a una sola persona, pero así no son las cosas en México”, añade el entrenador sueco.
“Ahí era importante hacer alianzas con la gente colocada en los puestos más importantes del negocio del futbol, ya que eso ayudaría a que la Selección ganara partidos”, describe, sorprendido por la trama que vivió en México.
“Más o menos, los dueños de los equipos decidían cómo se operaba a la Selección, o al menos así eran las cosas antes de que yo llegara”, descubre e incluso anexa algunos encuentros que tuvo con el presidente de Chivas, Jorge Vergara.
“Fue casi como si estuviera respondiendo las acusaciones en una especie de tribunal. Cada pregunta era más tonta que la anterior”, insiste, como parte de una extraña comedia de enredos y patadas.
Sorprendido de las vivencias que experimentó en el deporte más popular del mundo cuando estuvo en México, Eriksson acusa, por ejemplo, que alguna vez, el presidente de la Federación Mexicana de Futbol, Justino Compeán, le expresó en su primera reunión con él, que Javier Aguirre en realidad era su primera opción para dirigir a la Selección Mexicana en 2008, pero que el popular Vasco en ese momento no podía por su aventura en el Atlético de Madrid. “Yo siempre había sido la primera elección en mis otros trabajos”, escribe el sueco, lastimado por la “sinceridad” de Compeán.
Además, Sven revela que el objetivo que los dueños mexicanos le trazaron era llegar a los cuartos de final del Mundial. “Mas tuve enemigos en el futbol mexicano desde el primer día hasta el último”.
Inmiscuido en una trama de intrigas y sinsabores, Eriksson aún no entiende la forma de actuar de los empresarios del futbol en México, quienes ahora se han convertido en personajes de su libro. Pese a todo, reconoce que no todo fue malo en México y en ese pasaje está la afición y el nivel balompédico de quienes practican esta disciplina.
“La calidad del futbol era de un nivel más alto del que esperaba y el interés por el juego era enorme. Todo el tiempo, la gente hablaba de futbol”, considera Sven-Göran, gratamente sorprendido.
Respecto de la participación que tuvo en la eliminatoria, admite lo “frustrante” que fue ver cómo Estados Unidos jugaba en el gélido Columbus, aunque la Selección Mexicana también tenía sus tácticas, como enfrentar a los canadienses en el intenso calor chiapaneco.
“Pero los mexicanos son gente muy cortés, y esto es algo que contrasta con la imagen negativa que generalmente se difunde acerca de México en todo el mundo”, resalta Eriksson, capaz de inmortalizar a Justino en un verdadero plumazo.