Cada vez se torna más borroso el recuerdo de Carlos Hermosillo, con el trofeo de campeón liguero en la mano y la camiseta ensangrentada, durante una decembrina tarde en el estadio León.
Hoy, la sequía del Cruz Azul llega a la mayoría de edad. Dieciocho años después, el autor de ese penalti lo recuerda de forma agridulce, porque es uno de los momentos más memorables en su carrera, aunque le duele que los Cementeros no hayan podido ganar otro título.
Orgulloso, el ‘Grandote de Cerro Azul’ rememora, para EL UNIVERSAL, que —en esa acción, ya en tiempo extra— “alcanzo a ver muy de cerca a [Ángel David] Comizzo y lo que hago es taparme bien las costillas. Siento el choque, caemos y, cuando me toco la cara, estaba sangrando. Dije ‘no puede ser, otra vez sangre’... Y ahí empezó todo”.
“No sabía que habían marcado penalti. [Héctor] Adomaitis me decía que estaba bien y me parara. Le decía que tenía sangre y cuál era la insistencia. Cuando me dijo lo que marcaron, entonces lo hice. Si no lo tiraba yo, tenía que hacerlo él y creo que no quería”, añade. “[Francisco] Palencia había fallado una antes, solo frente al arco. Dije que eso me lo habían mandado de allá arriba y así fue: lo definí perfectamente. Lo pude haber tirado 10 veces y todas la habría metido”.
Porque se trata del club de sus amores, al que le lastima ver en problemas, sin clasificar a tres fases finales por primera vez en la historia.
“Entre más años pasen, más grande me hago yo... Pero esa no es la idea, sino que Cruz Azul sea campeón”, sentencia Hermosillo. “Una cosa es que quieras serlo y otra cómo se puede serlo. Ya lleva tres torneos en los que ni siquiera clasifica”.
“Cruz Azul ha perdido muchísima identidad. Sigo pensando que debería tener mayor dinámica. No siempre se es campeón, pero la afición ya está cansada de ver a jugadores que van y vienen o llegan lesionados, de otras Ligas que ni siquiera son superiores a la nuestra”.