Del Miguel Herrera niño, que jugaba todo el día con su pelota en las calles, al Miguel jugador, el que llegó un día a su casa para anunciar: “Quiero ser futbolista”, al Miguel entrenador, el que siempre está en el ojo del huracán y finalmente al abuelo, que espera con ansias la llegada de su primer nieto.

La vida del ‘Piojo’ en verdad ha cambiado, pero según su madre, la señora Marisela Aguirre, su esencia continúa presente, “sigue siendo aquel muchacho audaz, valiente y responsable”.

—¿Cómo era Miguel, el hijo?

“Tengo muchos, pero Miguel siempre ha sido muy vivo.... travieso, pero travieso sano, muy audaz; valiente, pero muy responsable. Él dice que es el papá de todos, desde chico asumió el papel de responsable de la casa, de la familia, tanto en lo económico como en lo moral y en lo físico. A pesar de que su hermano Eduardo Miguel es su gemelo, él lo defendía”.

—¿Rompía cosas con su balón?

“Jugaban todo el día en casa, pateaba la pelota y rompía todo lo que podía, igual en la calle, y es que en ese entonces, se podía jugar en la calle. Rompía ventanas con las pelotas, porque no jugaba con balones, eran caros. Cuando tenían alguno, lo ponchaba o lo perdía, pero siempre tenía una pelota”.

A pesar de que Miguel no es el hermano mayor de la familia Herrera Aguirre, las decisiones pasan por él.

“Las mayores son dos mujeres, pero él toma las decisiones importantes, su carácter se presta con todos... Mis cuatro hijas tienen el carácter más fuerte que él. Pero casi casi que lo que él decía se hacía en la casa. Con todo y que yo le decía: ‘La madre es la madre’”.

—¿Se vistió de pollito en los festivales de la escuela?

“No eran de bailar mucho. En primer año de primaria bailaron de españolitos. Pero su principal disfraz era el traje de futbolista. Su short y su playera del equipo el que le iba, que era Cruz Azul. Hasta dormía con él”.

El tiempo pasó, y las ”cascaritas” no fueron suficiente...

—¿Cómo se hizo futbolista?

“Cuando Miguel estaba en la preparatoria me dijo: ‘Mamá, fíjate que quiero ser futbolista’. Le contesté: ‘Qué raro, porque antes me dijiste que querías ser presidente, abogado y ahora futbolista, perfecto. Bueno... y cómo vas en la prepa. Qué tal el francés’”.

“Él, sin pena me dijo: ‘Mamá, yo llevo italiano. Y además, a la prepa sólo voy a jugar futbol. Soy el portero de la prepa y estoy encantado’”.

—¿Fue buen estudiante?

“Maravilloso estudiante no fue. Las materias las pasaba por el carisma. Era el que más trabajo me costaba que estudiara. Me decía: ‘Mamá, para qué estudio si voy a ser futbolista’”.

“Siempre le contesté: ‘Termina la prepa y después hablamos’”.

La preparatoria no le terminó. Cuando doña Marisela se dio cuenta, “ya estaba en la juvenil y jugaba en Cachorros Neza. Se quería ir a Neza en bicicleta, pero le dieron un pase para el trolebús y un sueldo muy mínimo”.

“Un día me dijo: ‘Voy a París’. Llegó con el uniforme de la Selección y ahí vamos al aeropuerto. Se fue y jugó no sólo en París, fue a Trinidad y Tobago, Miami. Tenía 17 años, estaba feliz”.

—¿Cómo se lleva con sus hermanos?

“Lo quieren mucho. La gente lo quiere, es muy carismático. Tiene el ángel más grande que he visto en una persona. Sobresale muchísimo. Para su hermano, yo creo que ha sido difícil, aunque está acostumbrado, ya casi tienen 50 años. Mi hija chica, Margarita, desde que tenía cuatro años se cortaba el pelo como Miguel. Ella siempre dijo: ‘Quiero ser como Miguel’. Él la consciente y ahora ella es como su secretaria. A mí siempre me atiende, está muy preocupado por mi salud. Nos mandamos mensajes, besitos, corazoncitos. Mis nietas me dicen: ‘No es cierto, mi papá es así, ¿no?’. Y yo les digo: ‘Mírenlo’”.

—¿Y ahora cómo está en su etapa de abuelo?

“Loco. Feliz. Nosotros tenemos prohibido comprarle una pieza de ropa. Ya les dijo a los papás de su nieto: ‘Yo voy a Monterrey, agarro al niño y me lo llevo, y si lo quieren ver... allá los veo’. Él dice que tiene cuatro amores: ‘mis hijas, tú y mi mujer’... Pero viene el quinto. Nos va a poner a sudar”.

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