Rafael Márquez es el nuevo presidente deportivo del Atlas. Movimiento, por parte de Gustavo Guzmán, que se esperaba desde que el ex central anunció su retiro el torneo anterior y al final de la Copa del Mundo. Un cambio que puede calmar el pulso con la afición rojinegra, al tratarse del máximo ídolo de la institución, pero que —según el propio michoacano— “es un gran reto”.

Un desafío profesional por el que tendrá que cambiar rápido sus formas, sin que el fondo, “el de ayudar a mejorar el futbol mexicano”, pierda fuerza. Sobre todo por aquello de haber sido la piedra angular en el movimiento de la Asociación Mexicana de Futbolistas Profesionales.

“Empecé con la Asociación con un punto bastante claro: el del diálogo con los directivos sin riñas... Luego, creo que algunas cosas se salieron de las manos, como cuando amagaron con el paro. Fueron agresivos”, comentó Márquez, a quien ahora le tocará estar del otro lado del escritorio con el riesgo de quedar en medio, pero con la filosofía de mejorar las condiciones para jugadores, clubes, “pero sobre todo por el bien del futbol mexicano”.

 

No quiere hablar tanto del tema, pero los avances en su situación jurídica le permiten dedicarse al 100% a su nueva faceta con el Atlas. Es indudable. Presentado oficialmente en Guadalajara ayer por la mañana, el ahora directivo viajó ya con el equipo a la Ciudad de México y tuvo una segunda presentación, en la que destacó, al lado de los involucrados en su organigrama, la necesidad de “recuperar y pulir el ADN del Atlas”.

Márquez encabeza un grupo de trabajo formado por Gerardo Espinoza, técnico del primer equipo; Severiano García, director de operaciones deportivas; Albert Espigares, director de fuerzas básicas; y Víctor Purata, director de desarrollo y talento humano.

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