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Saben que los motivos para creer se han esfumado, mas solicitan una última oportunidad para salvar esa relación que lucía indestructible hasta hace algunos meses.
La Selección Mexicana no ha ganado como local en el hexagonal final de la Concacaf rumbo a Brasil 2014 (tres empates y una derrota). Acudir al Estadio Azteca ha sido sinómino de desazón para un pueblo acostumbrado a no sufrir en su máximo recinto futbolístico.
Historia que los hoy dirigidos por Víctor Manuel Vucetich prometen cambiar la noche del viernes, frente a Panamá.
“Es importante que vengan, apoyen”, reconoce el defensa Miguel Layún. “Sé que estamos metidos en una situación complicada y poco usual para la Selección Mexicana, pero es muy importante que la gente haga su papel, porque nos motiva y hace pesar el Azteca, un estadio que así intimida”.
A cambio ofrecen la determinación y contundencia que les faltó en los anteriores cuatro juegos.
No triunfar en el Coloso de Santa Úrsula les ha puesto al borde de la cornisa, pero el futbolista del América vaticina que todos los fantasmas serán exorcizados en el instante de mayor relevancia.
Llevarse los tres puntos les colocaría en una cómoda situación para, al menos, disputar la reclasificación con Nueva Zelanda, monarca de Oceanía.
“Cuando no estuve [en el Tricolor], siempre apoyé y fui fiel creyente de que esto va a salir adelante”, afirma. “Veo a un grupo muy sólido, se ha trabajado bastante bien y va a ser importante hacer pesar la localía, transmitirle a la gente esa intensidad que queremos en el terreno de juego para que ellos también se metan en el partido y hagan su papel”.
Con lo que harían mucho más hostil la experiencia para el rival.
“De entrada, hay que tener la intensidad suficiente para que sientan —durante todo el partido— ese ahogo, falta de poder jugar tranquilos la pelota y hay que hacer valer nuestra calidad teniendo el balón y generando peligro”, finaliza el veracruzano.