LEÓN.— Levantó los brazos desde que ese depredador llamado Martín Bravo superó a Carlos Gullit Peña. José Luis Trejo no necesitó más. Sabía que lo demás sería trámite para la remasterizada Rata (68’).

Tercera victoria en fila de los Pumas (2-1). Irrefutable como ninguna. En el hogar de esa Fiera que solía devorarse a cualquiera en su guarida.

No pudo ante unos felinos más hambrientos, dispuestos a rescatar parte de su prestigio extraviado y rescatar a un entrenador que empieza a ganarse a la exigente tribuna universitaria con base en éxitos.

Quince días de inspiración bastaron para salir de las catacumbas e instalarse en la bóveda celestial. Los auriazules durmieron en el cuarto puesto de la tabla, a tres unidades del líder Cruz Azul, que esta tarde visita al Atlante.

Bravo atrapó reflectores con su tercer doblete en el Clausura 2014, pero Darío Verón y esos cuestionados gemelos fueron determinantes. Soportaron estoicos el vendaval esmeralda que les azotó durante el cuarto de hora final.

Marco Antonio Palacios y el zaguero central paraguayo se las ingeniaron para contener el ímpetu de los Panzas Verdes. Cuando no pudieron, apareció Pikolín guardameta.

Inolvidable velada para un hombre acostumbrado a los cuestionamientos y poco habituado a las loas. Anoche, se fue al camerino cobijado por la sentida ovación del pueblo que adora los tonos azul y dorado.

Los Pumas no sumaban tres éxitos seguidos desde octubre de 2011. Guillermo Vázquez era su timonel.

Fantasmas que Trejo ha ahuyentado, con Bravo como cómplice. Es líder de goleo, con media docena de tantos. Igualó su mejor cosecha en fase regular (Clausura 2009)... Y lo mejor es que sólo se ha jugado la tercera parte del torneo.

Martín vive en estado de gracia, y José Luis lo disfruta.

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