Teófilo Gutiérrez mira hacia arriba y sonríe... “No veo el techo para Cruz Azul”.
Tras la conquista del Torneo de Copa, el colombiano asegura que el futuro de la escuadra celeste se ve con optimismo, por lo que insiste: “No veo el techo. ¿Tú lo ves? No lo hay”.
Teo se ha contagiado de la buena racha que ha agarrado La Máquina desde abril, donde ganó el Torneo de Copa y consiguió la calificación en la Liga al cerrar con cinco triunfos al hilo la fase regular.
“Nos complicamos muchos partidos nosotros mismos, pero hemos tenido la jerarquía para volver y ahora estamos en la Liguilla”, comenta el nacido en Barranquilla hace 27 años.
Y es que, el colombiano ha levantado su nivel en estos últimos partidos, al igual que el equipo. Ahora se le ve más comprometido, con más desgaste físico tanto a la ofensiva como a la defensiva.
Y él mismo acepta el cambio: “Esto es porque estoy en un club grande y por ello tengo que responder con resultados. Al final tengo mucho que agradecer, porque mis compañeros me han dado mucha confianza, mucha fuerza”.
Gutiérrez es hombre de pocas palabras. Siempre ha sido así. Sus respuestas son cortas, pero mandan mensajes directos.
—¿Cruz Azul ya es favorito para las finales?
—No lo sé. No sé si seamos favoritos, o si este es un Cruz Azul diferente al del inicio del torneo. Lo que es verdad es que estamos haciendo bien las cosas; al fin encontramos el estilo de juego que quiere el profe [Guillermo Vázquez], todos encontramos lo que queremos. Estamos jugando bien al futbol, estamos respetando a los rivales y lo que más nos gusta es que estamos ganando los partidos importantes”.
Teófilo Gutiérrez surgió de una escuela de bajos recursos llamada “Independiente Framy”, allá en su natal Barranquilla. Su padre, del mismo nombre, lo llevó a que pateara la pelota para alejarlo de los vicios que amenazaban a diario en su populoso barrio.
El pequeño Teófilo, cuentan las historias, llegó a la escuela con una pelota en la mano, la misma que le regaló su padre. Desde pequeño supo manejarla y quitarse las patadas, porque el barrio era bravo y había que ser hábil para sobrevivir; era necesario destacar en algo.
A los 15 años, el pequeño Teo se había quitado el diminutivo. Se ganó el respeto de todos y su padre lo llevó a probarse en las fuerzas básicas del Junior, el club más popular de la región. A los dos años debutó en Primera División.
De ahí todo fue hacia arriba. Tuvo sus tropiezos. Su carácter lo ha metido en muchos problemas, pero al mismo tiempo, lo ha sacado adelante.
Admirador de Zlatan Ibrahimovic y en el pasado de Ronaldo, Teófilo no oculta sus ganas de ir a Europa.
Años después de salir del barrio, Teófilo ve hacia arriba, hacia el mismo cielo que veía en Barranquilla y dice: “No veo techo y si no hay techo”.