Chicago.— No es obsesión, es una ilusión. Con tantos logros que tiene en su carrera: títulos de Liga, Copas América, jugar en Europa y hasta Copas del Mundo, Guillermo Ochoa podría obviar la Copa de Oro, quizá el certamen de más baja categoría; pero no, el portero de la Selección Mexicana ve en el campeonato de naciones de la Concacaf un escalón para cumplir otra de sus grandes aspiraciones: “Ser titular en la Copa Confederaciones”.
Los objetivos del equipo siempre estarán primero que los individuales, pero uno lleva a lo otro, van de la mano.
“Ganar la Copa de Oro es fundamental, por historia, por prestigio, pero también por lo que se puede ganar a la larga”, menciona el portero del Málaga de España.
Y es que ganar el torneo llevará al Tri al juego por la Copa Confederaciones contra el conjutno de Estados Unidos, torneo que Memo no ha disfrutado como debería.
“He estado ahí [Brasil 2013], pero no la sentí como debería”, recuerda. En la pasada edición, el cruzazulino José de Jesús Corona fue el titular indiscutible, al jugar los dos primeros partidos: contra Italia y Brasil, ambos se perdieron. Ochoa jugó el último, contra Japón, donde se consiguió el triunfo (2-1), pero el equipo ya estaba eliminado.
“Quiero otra oportunidad y ahora sí, jugar. Es un torneo muy importante, la antesala de la Copa del Mundo. Sería muy bueno para todos ir allá y sentir lo que podría ser el Mundial, en caso de calificarnos”, dice esperanzado.
“Para que eso ocurra tenemos que ir paso a paso, pensar en el rival con el que abrimos esta Copa de Oro [Cuba] y después ver lo que sigue”.
No se desmarca de la responsabilidad, “somos el rival a vencer, pero no por eso vamos a subestimar a quien tengamos enfrente”, previene el guardameta.
En cuanto a su situación laboral, Memo sabe que el Toulouse de Francia ha hecho una oferta seria, al igual que el Fenerbahce de Turquía.
El contrato entre Memo Ochoa y el Málaga es de dos años aún, y al portero tampoco le corre mucha prisa, ya que entre sus prioridades, aparte de jugar, está la de seguir en España. Édgar Luna Cruz/Enviado