Su ya legendaria calva contribuye a que pueda perderse la noción del tiempo, mas las apenas perceptibles canas que salpican la barba y bigote son inequívocos rasgos de la inmensidad de amaneceres que ha visto pasar como jugador de la hoy llamada Liga MX, en la que experimentó la mutación que actualmente cumple dos décadas.
Es Óscar Pérez, el carismático “Conejo”, único futbolista en activo que jugó torneos largos en México. Figura autorizada para compartir las diferencias entre los certámenes anuales y los que son a una vuelta.
“[Me siento] muy orgulloso, contento, de todavía poder seguir jugando a lo que me apasiona y más me gusta”, atina a decir el portero del campeón Pachuca, entrevistado vía telefónica. “Me tocaron los torneos largos y me siento muy satisfecho por todo lo que he vivido”.
Debutó el 21 de agosto de 1993, con el Cruz Azul —frente al Atlas—, en el Estadio Azteca. Una lesión de Alberto Guadarrama permitió el inicio de una historia que hoy es eterna, la única vigente que tiene capítulos en ambos formatos.
“La diferencia es que [en el torneo largo] hay mucha más paciencia para un proceso”, sentencia Óscar, quien actualmente tiene 43 años de edad. “Te permite tener tiempo para que se adapte el jugador, que el equipo vaya agarrando lo que pretende el director técnico, no estás tan expuesto por los resultados y –obviamente— los torneos cortos apuraron mucho eso. Los resultados tienen que ser mucho más rápidos.
“Hay dos Liguillas, lo cual es muy emocionante para toda la gente, así es que eso sería lo más relevante en ese sentido. También creo que por eso son tantos cambios de entrenadores y jugadores, ya que la premura te obliga a iniciar andando bien; si no, te empiezas a rezagar y luego ya es muy difícil”.
Le gusta el certamen. Pese a que todo es más acelerado, al guardameta le agrada el formato implementado en 1996. Recuerda que la forma en que sea encarado por los jugadores siempre será lo verdaderamente relevante.
“Acá, lo más importante es adaptarte a estas circunstancias”, subraya el futbolista. “Obviamente, el torneo anual te permite tener más calma para llevar un proceso mucho más largo, en cuanto al director técnico y un plantel, no había tantos cambios y no estás tan sujeto a los resultados. Bueno, obviamente sí, pero tienes un poco más de tiempo para poderte adaptar o corregir”, explica el meta.
Hace 20 años que eso desapareció del futbol mexicano… Y sí, el mítico “Conejo” ya estaba ahí.