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TORREÓN.— En medio del silencio más triste del estadio Corona, La Fiera rugió amenazante, tras empatar a dos con Santos Laguna. Fue un aviso al América de que su retador está listo para devorarse su sueño de bicampeonato, porque el León quiere vestirse de monarca de Primera División por sexta vez en su larga historia.
Los Panzas Verdes vivían el peor de sus momentos en la semifinal ante Santos. Agobiados, con la hostilidad del público local en todo su apogeo, sufrían la presión lagunera. Oribe Peralta había hecho estallar al estadio Corona con un gol que revivía a Santos al minuto 50.
Los Guerreros se volcaron al frente, el ambiente a su favor era ensordecedor, sólo un gol los distanciaba de ser finalistas hasta que apareció Mauro Boselli para devolverle la mudez al coso lagunero que terminó deprimido.
Una jugada de relámpago, de las que ha aprendido a hacer el León de Gustavo Matosas. Un latigazo surgido por el costado izquierdo donde Matías Britos envió un centro preciso. Boselli, con talento soberbio, apenas raspó la pelota para derrotar a Oswaldo Sánchez.
Matosas, con la elegancia perdida, pues su corbata negra ya había perdido su nudo perfecto, encontró consuelo y tranquilidad. Sabía que ese tanto lo ponía ya en el partido más importante del torneo: la final.
Luego vino el tanto de Carlos Peña que fue la culminación exacta para una noche esmeralda.
El marcador, entonces, adquirió un 5-2 global, demasiado pesado y distante de las intenciones santistas para remontar. Los albiverdes había apostado al 2-0 a su favor en el partido de vuelta para estar la serie por el título durante la semana que comienza. El plan de Santos se desmoronó con el tanto de Boselli. León se escapó hacia la gran final.
En la primera parte del encuentro hubo vértigo. Santos, con todo; León y su apuesta al contragolpe. Vaivén intenso, agradable, con intervenciones de los porteros y fallas de los atacantes. Así se explicó que el primer tiempo se fuera a cero, cuando el partido merecía, al menos, una anotación.
El estadio Corona siempre fiel, a muerte con los suyos. Impulsándolo aún cuando La Fiera mordía mediante el contraataque que encabezaba Darío Burbano y acompañaba Mauro Boselli, junto a Matías Britos. Carlos Peña, por sorpresa buscaba con disparos de media distancia aniquilar la serie.
Los Guerreros coquetearon con el gol, pero nunca pudieron consumar irse en ventaja en el partido de vuelta. Se sentían con el potencial en su ataque con Darwin Quintero y Oribe Peralta, a lo que se sumaban de vez en cuando Felipe Baloy en los balones parados. Intentos estériles que alargaron su agonía.
El ritmo se diluyó sobre el final de los primeros 45 minutos. Pero en la segunda parte el partido se rompió. Vino el gol del Cepillo que dio esperanzas laguneras, las que apagó Boselli y sepultó el Gullit en descolgada. El penalti en tiempo de compensación, anotado por el Chato Rodríguez sólo sirvió para la anécdota.
La Fiera va por el título.