Cuando Doña María Esther Barreto le dio a su hija Vanessa el dinero para inscribirse en un curso de computación, nunca se imaginó que terminaría inscribiéndose a clases de judo.

Con 17 años cumplidos y después de practicar especialidades del atletismo como lanzamiento de bala y disco, la oriunda de Parral decidió desafiar a su progenitora y practicar una disciplina considerada ruda y poco femenina.

“Me enojé cuando me lo dijo, a mí no me gustaba ese deporte, le dije que era para hombres no para mujeres. Cuando regresé de trabajar ella me contestó que las computadoras estaban cerradas y que había gastado el dinero en el judo”, recuerda Barreto.

La elección de Vanessa no agradó del todo a su madre quien hasta entonces la había visto competir en pruebas de campo del atletismo que no implicaban tanto riesgo.

“Fue un cambio difícil porque yo la acompañaba a los nacionales a CU donde también ganaba medallas. Ahora voy a sus peleas cuando son en el país aunque siempre tengo miedo de que vayan a lastimarla o fracturarla”, confiesa.

Las medallas y satisfacciones llegaron pronto. También las lesiones y decepciones.

“Recuerdo que en 2003 me lesioné ya muy cerca de los Juegos de Atenas y mi mamá me dijo que no quería que sufriera, que ya me retirara. No lo hice y aquí estoy, en mi cuarto ciclo olímpico”, compartió Vanessa Zambotti.

La virtual seleccionada para la justa veraniega presume con orgullo que su madre mandó a hacer dos vitrinas en las que guarda celosamente sus trofeos y medallas desde que era una adolescente.

“Están en la sala es un orgullo que la gente los vea cuando vienen a la casa, las tengo todas. Me siento feliz de que haya formado a una persona independiente y exitosa”, comparte Barreto.

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