SANTOS.— La imagen de Rafael Márquez en la ceremonia del volado que precede a los encuentros es ya un clásico en la historia de los mundiales, pero mutará en leyenda durante Brasil 2014, por más que al Káiser de Michoacán sólo le interesen los logros a nivel colectivo.

El viernes, cuando porte el gafete ante Camerún, el defensa del León será el primer futbolista de cualquier representativo que funja como capitán en cuatro ediciones del máximo evento futbolístico del orbe. Romperá el empate que tiene, entre otros, con el astro argentino Diego Armando Maradona, quien lo fue entre México 1986 y Estados Unidos 1994.

La sonrisa del zamorano se acentúa al reparar en la dimensión de lo que ocurrirá, mas reitera el preciado sueño que abraza desde hace 12 años, cuando jugó su primera Copa del Mundo.

“Nada más son estadísticas, no trofeos, que es lo que yo busco”, sentencia, en charla con EL UNIVERSAL. “Es muy bonito ser el capitán de tu Selección en cuatro mundiales, un honor y una responsabilidad, pero me gustaría más que estuviera acompañado por un título”.

“Al final de cuentas, son estadísticas y quedarán ahí, pero lo más importante para mí es hacer historia en conjunto con todo el equipo”, agrega.

Javier Aguirre en un par de ocasiones (Corea del Sur-Japón 2002 y Sudáfrica 2010), Ricardo Antonio La Volpe (Alemania 2006) y ahora Miguel Herrera, son los entrenadores que le otorgaron ese distintivo que rinde tributo al futbolista que lidera al grupo dentro y fuera del campo.

Es el jugador mexicano con más partidos en la historia del certamen (12) y sólo dos ocasiones no portó el gafete, ya que El Vasco decidió rotarlo hace cuatro años. Gerardo Torrado lo presumió ante Sudáfrica; Cuauhtémoc Blanco, frente a Uruguay.

Ser referente en esta clase de partidos es algo normal para Márquez, pero confiesa sentirse “más ansioso que la primera vez, sabiendo la oportunidad que tengo. Quizá puede ser mi última Copa del Mundo, así es que [estoy] tratando de ayudar a los jóvenes, de dar el máximo, poner ejemplo y hacer historia con este grupo”.

Hace 12 años, con 23 de edad, Rafael era un joven capitán. Ya jugaba en el Mónaco de Francia y su calidad provocó que El Vasco le otorgara la distinción.

Lo de hoy es más serio… Y lo sabe. Se trata de la pieza que otorga equilibrio dentro y fuera del lienzo verde. El hombre encargado de marcar diferencia desde la zaga, aunque también el que debe imponerse en la batalla de los sentimientos, sin importar lo complicada que sea, y guiar a sus compañeros por el sendero de la ecuanimidad.

Es el seleccionado en el que El Piojo se apoya para tomar decisiones importantes, por lo que se siente con una carga de responsabilidad inusitada.

“Así es, pero lo tomo como una oportunidad más”, aclara. “Después de que estuve un tiempo fuera de la Selección, ahora se dio la oportunidad de volver, estar en una Copa Mundial y [quiero] tratar de hacerlo lo mejor que pueda”.

“Todos ansiamos y queremos darle esa alegría [título mundial] a nuestro país”. Porque ser el genuino “capitán leyenda” no le basta. Márquez quiere ser el líder de un Tricolor histórico.

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