Aquel pequeño que sufrió de discriminación por su origen africano, y que peleaba constantemente por el orgullo de su raza, se convirtió en una leyenda del balompié. Campeón de Italia, de Europa y del mundo entero. Argelino de sangre, de corazón francés. Zinedine Yazid Zidan, el genio del futbol.

Fue a principio de la década de los 50 que Smail y Malika emigraron de Kabila, Argelia, a Francia en busca de oportunidades y la promesa de una vida mejor. Llegaron a París, mas no echaron raíces. A mediados de los 60 se mudaron a Marsella. El joven matrimonio llegó al barrio de La Castellane y allí nacieron sus cinco hijos. El más joven de ellos fue Zinedine (23 de junio de 1972).

Su casa era modesta. Smail trabajaba como almacenista en una tienda departamental y Malika se dedicaba al hogar. Zidane era inquieto y aprovechaba cada oportunidad que tenía para salir a las calles marsellesas con sus hermanos y allí descubrió el futbol. Comenzó a jugar con sus vecinos cuando tenía cinco años de edad y fue así que surgió su pasión por el futbol.

Ver los partidos del Olympique se convirtió en religión para Zizou. Consideró al yugoslavo Blaz Sliskovic, al uruguayo Enzo Francescoli y a Jean-Pierre Papin sus ídolos de la infancia.

Cumplió 14 años y fue elegido para acudir a un campamento donde sería observado por scouts. El AS Cannes se interesó en él. Tras escuchar la oferta de trabajo que le hicieron, sin dudarlo emprendió la aventura. Dejó a su familia y se dispuso a triunfar a nivel profesional.

Zidane era temperamental, detestaba que lo menospreciaran por su origen argelino y se lió a golpes más de una vez con otros chicos cuando lo ofendían por esta razón. El temperamento del joven lo acompañó el resto de su vida.

Debutó en la primera división francesa el 18 de mayo de 1989, contra el Nantes, cuando tenía 16 años, y su primer gol cayó en 1991, también contra el Nantes. Todo parecía tan increíble, tan repentino. Un sueño.

Su clase en el medio campo provocó que en Italia lo vieran como una joven promesa, por ello el Juventus F.C. lo firmó en 1996 y su impacto fue inmediato, pues el club ganó el título en el año debut de Zizou. La siguiente temporada conquistó el Scudetto por segunda ocasión.

La magia en sus pies convirtió a Zidane en uno de los jugadores más virtuosos de Europa. Reconocimientos, halagos y la popularidad se volcaron de su lado. La fama que le precedía era avalada en el campo de juego. Zizou era la cara de su selección, dirigida por el técnico Aimé Jacquet, para la Copa del Mundo de Francia 1998. Estaba en casa, donde era idolatrado.

Los galos ganaron los tres partidos en la fase de grupos, aunque Zinedine fue expulsado por el árbitro mexicano Arturo Brizio en el segundo duelo contra Arabia Saudita. Reapareció para enfrentar a Italia a la que vencieron 4-3 en penaltis, luego pasaron sobre Croacia y se midieron a Brasil en la gran final. Zidane marcó dos goles, llegó un tercero por conducto de Emmanuel Petit y Les Bleus fueron campeones del mundo.

Los Campos Elíseos se atestaron, el rostro de Zizou fue proyectado en el Arco del Triunfo y más de un millón de personas corearon el nombre del astro francés. Nació la leyenda.

Dos años después, Francia se convirtió en monarca de Europa al vencer en la Euro 2000 a Italia 2-1 con otra destacada participación de Zidane, lo que le abrió las puertas para llegar a uno de los clubes más importantes del mundo en 2001: el Real Madrid.

En 2004, Zidane anunció su retiro, pero fue convencido para representar de nuevo a Francia en el Mundial de Alemania 2006, y llevó al equipo a la final en la que fue expulsado por dar un cabezazo a Marco Materazzi, un incidente que marcó a la leyenda francesa del futbol.

Google News

TEMAS RELACIONADOS