El concepto clave en la clasificación de Francia a su tercera final de Copa del Mundo, en un lapso no mayor a 20 años, es continuidad... Continuidad la confianza en Didier Deschamps, quién tomó una generación de juagdores con grandes cualidades individuales y los hizo un grupo solidario.
Ah, y agrego a Kylian Mbappé, quién por cierto todavía no había nacido cuando Les Bleus fueron campeones en 1998.
El gol del triunfo lo hizo Samuel Umtiti (minuto 52'), pero el rigor para vencer a Bélgica lo pusieron desde Hugo Lloris en la portería, hasta Olivier Giroud en la delantera, sin olvidar al mariscal de esta escuadra,Antoine Griezmann, quien se ha convertido en un especialista para manejar los tiempos dentro del terreno de juego. De los futbolistas que jugaron en Brasil 2014, solo quedan seis, pero sin la base que tomo Deschamps para seguir con una idea hacia adelante.
Y eso, se llama continuidad sin importar que cambien algunas fichas del tablero. Lo único que todavía se le puede reprochar a esta Francia, es con todo ese talento no explota desde el inicio. Tiene todo para arrollar s los rivales, pero los deja ser, los apapacha y cuando ve la oportunidad, líquida.
Así lo hizo en esta semifinal frente a unos belgas que volvieron a quedar en promesa, una maldición con la que parece, tendrá que vivir su futbol por siempre.
Francia esperada a Inglaterra o Croacia. El equipo de Deschamps se ha clasificado a la final con un futbol que pudiera dar más... Ojalá lo hayan reservado para el último partido, el del título de Rusia 2018.