Agachaban la mirada, trataban de pasar desaparcibidos. Las cámaras intentaban captarlos, pero los cuatro seleccionados que viajaron de Dallas hacia el Distrito Federal encontraron la forma de “escapar” de la prensa y los fans, quienes los esperaban ansiosos por tomarse una rúbrica. Sigilosos, pidieron que las puertas traseras del aeropuerto capitalino se abrieran para que pudieran emprender la huída en silencio.
Moisés Muñoz, por ser quizá el más famoso, era el más solicitado, por encima de Javier Güémez, Alfredo Talavera y Carlos Esquivel, los otros futbbolistas tricolores que venían en el viaje. “¡Moi, Moi!”, le gritaban algunos de sus aficionados que querían un autógrafo o una instantánea con el portero que regaló el gol que resucitó a Argentina el martes pasado.
El americanista volteaba, un tanto desconcertado ante las solicitudes. Dudó un instante si acudir o no al llamado. Se llegó a tomar una selfie con una chava aún dentro de las salas donde se realizan los trámites aduanales en la terminal aérea.
Muñoz sonrió y hasta posó gustoso, pero esa mujer que identificó al guardameta fue la única afortunada en conseguir el objetivo.
Los demás se quedaron con las ganas, pese a su insistencia detrás de las puertas aeroportuarias. Se quedaron con su camarita en mano y el enojo por la negativa de su ídolo.
“¿A quién esperan? ¿Quién viene o qué?”, preguntaba una dama a los reporteros. Le contestaron que a los seleccionados. “Ah ¿Y viene el ‘Chicharito’?”. Esa segunda pregunta encontró un “no”.
La mujer tomó esa respuesta con normalidad y prefirió irse con sus maletas. Javier Hernández parece ser que era el único motivo para esperar.
El desfile de viajeros seguía, mientras Muñoz, Esquivel, Güémez y Talavera seguían sus pasos hacia la “desaparición” por los pasadizos que se abrieron ante su solicitud.
Los federativos, quienes aún no deciden quién será el técnico nacional, luego del interinato de Ricardo Ferretti, también decidieron irse por las puertas traseras. Decio de María, flamante presidente de la Federación Mexicana de Futbol, ni siquiera volteó a ver si alguien lo esperaba, tras su viaje.
El único personaje que salió como cualquier pasajero fue el preparador físico Ariel González. Traía dos maletas, que transportaba sin problema. Se le notaba tranquilo, con nulas prisas tras la aventura tricolor.