Tuxtla Gutiérrez.— Poco, casi nada se ganó. Lo mejor es que el gol volvió y la Selección Nacional derrotó 2-0 a Honduras, en juego amistoso celebrado en el estadio Víctor Manuel Reyna de Chiapas.
La victoria dejó un buen sabor, pues el equipo mexicano se recuperó de un inicio incierto para acabar dominando y hasta perdonando la vida a un cuadro hondureño falto de calidad e imaginación, aunque sobrante de agresividad, como siempre.
Javier Hernández, con su gol 37 en el Tri, se puso a dos del segundo lugar, Cuauhtémoc Blanco, y Oswaldo Alanís se estrenó. Fueron los verdugos del juego que sirvió para ver que los nuevos no se amilanan ante la fuerza catracha.
Hernán Medford dijo al llegar: “Nosotros ya no pateamos como antes”, pero pateando como antes fue que Honduras se hizo del dominio de la primera parte. Sí, el físico centroamericano dominó al futbol que quiso imponer el mexicano.
El comienzo fue sufrido. El medio campo no funcionaba, Antonio Ríos era superado en todos los sectores, y Héctor Herrera y Marco Fabián no tomaban balones.
Así que Guillermo Ochoa tuvo que hacer su aparición. El capitán que no juega en su equipo mostró ritmo, colocación, apagó el fuego que le quemaba al Tri en los primeros minutos.
Hasta que apareció el siempre oportuno Chicharito. Fue un momento nada más en el que Marco Fabián se conectó y robó la pelota para pasarla a Oribe Peralta, y El Cepillo, con su visión de campo, observó a Javier Hernández, quien simplemente hizo lo que sabe. Entró al área y fusiló al portero Salatiel (20’).
Problema resuelto. Con el gol, México tomó el control del juego y Honduras se replegó. Héctor Herrera comenzó a hacer florituras en el medio campo; Ríos entendió que no tenía porqué ganar la guerra solo y en defensa, Cata, Alanís y Pérez, no dejaban que nada llegara a Ochoa.
México comenzó a jugar y a responder al mismo idioma que los hondureños cuando era necesario: a patadas.
Era cuestión de tiempo para el segundo gol, y llegó, evidenciando los males de siempre en los catrachos, la desconcentración. En un tiro de esquina cobrado por Fabián, la pelota llegó a Alanís, quien remató cómodo para marcar su primer gol con el Tri, de cabeza (37’).
México mejoró aún más. Aguilar y Layún eran prácticamente extremos y Oribe Peralta jugó mucho más para el equipo.
Herrera esperó 14 minutos más para comenzar a hacer sus cambios estratégicos. En ese lapso, México pudo anotar otro tanto, pero Oribe Peralta falló a bocajarro.
México cedió metros en el campo, pero no la iniciativa. Ochoa mostró que aprendió a cortar los centros aéreos y el intento de reacción hondureña se fue apagando.
Vinieron más cambios y prueba de fuego. Al joven Güemez le dieron la responsabilidad de ser el pivote del equipo y al Chuleta Orozco, de reivindicarse.
Rejuveneció el equipo mexicano con los demás ingresos: Alfonso González, El Cubo Torres y Rodolfo Pizarro, muchachos a quienes no les pesó enfrentar a un Honduras de siempre, que promete mucho y poco cumple.
Mucho, poco o nada, pero se ganó. México cumplió en un juego en el que se debía imponer. El siguiente paso es Panamá, y la cita, en Querétaro.