Rafael Garza Gutiérrez “Récord” portaba una deslavada camisa crema, y cortó unos pantalones azules para que quedaran como un short. Era la forma en que mostró que tenía la intención de conformar un equipo en el Colegio Mascarones, una escuela de clase media.

No tenía idea de lo que gestaba.

Su equipo se fusionó con otro cuadro de la escuela marista “La Perpetua”, que sufría para completar los 11 jugadores. El 12 de octubre de 1916 en la calle de Antonio Alzate 136, en el Distrito Federal se dio esa unión para darle vida al América. La idea del nombre fue de Pedro “Cheto” Quintanilla, porque ese día se conmemora el descubrimiento del continente.

Ese conjunto logró cuatro campeonatos en la era amateur (1924-25, 1925-26, 1926-27, 1927-28), pero vinieron los años difíciles. El América, el proyecto de “Récord” pudo morir joven. Estaba condenado a desaparecer sino es por la llegada de Emilio Azcárraga Milmo para darle la solvencia económica suficiente para convertirse en el coloso del futbol mexicano que está por cumplir 100 años de fundación.

Como paradoja histórica, los jugadores del cuadro crema en los años 30 del siglo pasado se fueron a una huelga para defender sus derechos laborales. Hoy sería impensable por ser un club todopoderoso, que le paga a su capitán Rubens Sambueza alrededor de 1.5 millones de dólares al año.

“Estaban en plena época cardenista, en 1936. Y lo que resulta es que algunos jugadores, entre ellos, Rafael Navarro Corona, habían visto una especie de mitin donde se llamaba a defender derechos de trabajadores, le llama la atención y les dice a sus compañeros qué fue lo que paso”, asegura el historiador de futbol, Carlos Calderón Cardoso.

“En ese tiempo, como el futbol todavía no es profesional, varios de los jugadores tienen que vivir de otra cosa, dedican la semana a trabajar como obreros y el fin de semana, juegan, se reúnen para un entrenamiento y ya. Si como jugador sufrías una lesión, el equipo no se hacía cargo de la misma. Dejabas de jugar y si no jugabas no recibías bono y tenías que dedicarte a la labor diaria”, explica el escritor.

Los jugadores americanistas pedían un contrato colectivo para tener una especie de seguro, en caso de sufrir alguna dolencia que les impidiera jugar. Querían tener un horario para poder entrenar y recibir algunas prestaciones.

“Lo que quieren es asegurar su carrera. Se quejan de que los directivos sí cobran por la entrada a los estadios, pero ellos no reciben prestaciones. Se van a la huelga, ponen las banderas y el club lo que hace es criticarlos, porque dicen que los jugadores están en un plan mercantilista y no como ellos que están por amor al juego, lo cual es una mentira, porque ellos ya reciben dinero por venta de entradas, de esquilmos, por la transmisión por radio de los partidos”, manifiesta Calderón.

No hubo un arreglo. Incluso, los elementos americanistas terminaron por sufrir un castigo tácito que bien pudiera ser comparado con el Pacto de Caballeros actual.

La Federación Mexicana de Futbol en aquella época, respaldó a la dirigencia y le dio a los futbolistas una especie de cartas de libertad.

Sin embargo, se le ordenó al resto de los equipos que no contrataran a los disidentes.

“Finalmente, les dan sus cartas de retiro, la FMF se solidariza con los directivos y les hace ver a los clubes que no deben contratar a los disidentes... como un Pacto de Caballeros.

“Los futbolistas regresan con la cola entre las patas y América los recibe con los brazos abiertos, porque tampoco encontraron a sus reeemplazos de buen nivel”, expone el escritor de libros como “Anecdotario de futbol mexicano”.

El episodio de ese paro de labores ilustra que el América no siempre fue un equipo poderoso, sino que luchó durante varios años para sobrevivir, sobre todo, por la llegada de la etapa profesional en 1943-44.

“En esos años ya devengaban sueldos, pero en parte ya que el América no tiene un fuerte patrocinador, los mecenas eran los mismos jugadores como ‘Récord’ o Nacho de la Garza. Algunos políticos y diplomáticos apoyaron al club y lograban que algunos jugadores entraran a una dependencia gubernamental”, argumenta Calderón.

“El equipo pudo desaparecer, ‘Récord’ se hace cargo del club, trata de juntar a un grupo de políticos para que lo apoyen, porque no hay dinero. Se hacen malas contrataciones con extranjeros y llegan jugadores de fuera, otros de cantera como Octavio Vial, no hay muchas entradas para el equipo, no tenía un campo propio”, añade el experto.

La popularidad del equipo crema era tal, que hasta el presidente de la República, Adolfo Ruiz Cortines, luchó por la sobrevivencia del club de sus amores.

Los conflictos internos entre los empresarios y burócratas que respaldan al América con dinero fueron evidentes.

Pero hay un golpe de suerte.

“Llega Isaac Besudo en 1945, el dueño de Jarritos, y hace una aportación económica para que no desaparezca el club, paga lo sueldos caídos y deudas. Invierte en el equipo, quiere que resurja. Mas al paso de los años, se da cuenta de que pierde dinero, es cuando llega Azcárraga Milmo, en 1959. Dicen que lo compró, otros aseveran que la transacción fue por acuerdos de patrocinios en televisión. Y ya viene lo que es América”, expone el historiador.

El “Tigre” estudia a los cremas y los convierte en el antagonista del campeonísimo Guadalajara, compuesto sólo por jugadores mexicano. Está seguro de que puede ser un gran negocio y de ahí su famosa frase: “No sé de futbol, pero sé de negocios y América lo va a ser”.

Para el club, hoy el más ganador del futbol mexicano, formar parte de Telesistema Mexicano, hoy Televisa, fue como sacarse la lotería. Y se convirtieron en los Millonetas.

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