Dos orejas y salida por la puerta grande en Estella, Navarra, fue como Guillermo Hermoso de Mendoza debutó en el mundo del toreo aquel 6 de junio de 2016. El hijo del máximo rejoneador en el mundo hizo su presentación en casa y comenzó su propia historia.
“Me quedaría con la primera que toreé en mi pueblo, en España, porque fue muy especial. Miraba la grada y estaban todos mis amigos, mis familiares, gente conocida del pueblo, yo creo que esa fue la más especial”, comentó el joven novillero.
Guillermo tendrá una presentación especial este viernes, por primera vez saldrá al ruedo de la plaza de toros Santa María donde compartirá una corrida de dinastías, junto a su padre y a los hermanos Silveti, Diego y Juan.
“Es una plaza en la que me apetece mucho estar, he estado en varias corridas como aficionado. Tengo ganas de poder actuar y con un cartel de dinastías en el que ha funcionado bien en los tres sitios que lo hemos hecho; esperemos haya una buena entrada”, mencionó.
Al igual que su edad, Guillermo cuenta con 19 corridas en su currículum, 15 de ellas en México, por lo que su adaptación al toro nacional ya está bajo control para el rejoneador.
“Ya lo conozco bastante, de seguir a mi papá por toda la República en años, pero es verdad que ha sido un encuentro muy bonito. En las actuaciones que he tenido la gente me ha acogido con un cariño especial, por lo cual estoy agradecido y nos hemos adaptado muy bien al toro de aquí”, mencionó.
Guillermo tiene en sus hombros un apellido de mucho peso en el mundo de la tauromaquia, a donde quiera que vaya, el joven rejoneador sabe que debe cubrir una expectativa alta.
“Tiene dos caras, porque gracias a eso tengo lo que tengo: de caballos, de infraestructura, de profesor; pero es verdad que en las plazas se me puede exigir más de que a otros chavos que van empezando. Lo entiendo porque por la preparación que he llevado y que sigo llevando, pero hay que afrontarlo e intentar estar lo mejor posible para superar las expectativas”, dijo.
Guillermo descubrió su profesión evidentemente por lo que vivía en casa, desde niño lo prepararon para formar parte de lo que es una gran herencia.
“Desde pequeño veíamos a mi papá todo el día entrenando, desde que era chiquito nos empezamos a montar en los caballos. Cuando íbamos tomando edad, nos dejaba los caballos, los más veteranos y mansitos, tanto a mi hermana como a mí para aprender a montar poco a poco.Ya con los años, empezamos a torear con la carretilla para cogerle el gusto y a raíz de ahí, me dejó torear a unas vacas y ahí fue cuando descubrí que quería dedicarme a esto”, explicó.
Un joven con los pies en la tierra, serio, sencillo y un tanto tímido, sabe que el control del astado está en él mismo, aunque dejó saber que hay una cábala que aplica en algunas ocasiones antes de salir al ruedo.
“No soy tan estricto como otros, pero si puedo evitar el color amarillo, mejor (ríe)”, comentó.
El rejoneador sabe de la responsabilidad que tiene como figura del toreo, pero a su corta edad defiende sus ideales y da muestra de la madurez con la que se ha forjado.
“Pienso más en el presente, en poder ir triunfando día a día y poder ir superando mis metas, que ponerme algo a largo plazo y que no lo pueda conseguir. Prefiero ir a cortito paso y que pueda ser más gratificante. Pero claro que me gustaría llegar a lo más alto que yo pueda”, finalizó.
24 caballos llegaron desde España para que padre e hijo tuviesen una gran presentación en la Santa María, el regreso y el debut de la dinastía Hermoso de Mendoza se vivirá este viernes.