Guadalupe, NL.— ¿Escatimar para ser parte de la primera final regia de la liga? No, esa no es opción para los aficionados de Rayados y Tigres.
Con más de 100 ediciones, el clásico regio llegó a otro nivel de importancia, a uno que permite que las entradas se hayan elevado a más de siete veces de su valor.
El acceso más barato al estadio BBVA Bancomer costaba 600 pesos; sin embargo, la alta demanda obligó a los fieles seguidores a rascar en sus carteras.
“Fue difícil adquirir entradas. Le sufrimos, pero las encontramos. Nos costaron como unos cuatro mil pesos cada una. Están caras, pero vale la pena”, comentó Eliza González, aficionada de los Rayados, quien acudió al recinto en compañía de su sobrina Devani Bernal, fanática de los Tigres.
“Sí, es un gasto algo fuerte, pero desde pequeña soy de Tigres. Mi papá me llevaba al estadio y de ahí me enamoré”, señaló la aficionada de los universitarios.
Un búnker. La seguridad fue una de las invitadas con mayor prioridad. El Gigante de Acero se volvió una verdadera fortaleza.
Con un operativo de poco más de tres mil policías, el orden fue garantía para las familias que acudieron al último partido del año en la Liga MX.
“Es un estadio seguro. Toda es afición rayada, aunque hay unos colados de Tigres, pero creo que no pasará a más”, dijo Esteban Guerrero, seguidor de los Rayados que arribó a temprana hora, con su esposa e hijo en brazos.
Ayer al mediodía, elementos de diferentes corporaciones comenzaron la custodia de uno de los eventos deportivos de mayor interés para el norte del país. En puntos clave, los filtros de seguridad realizaron estrictos controles de revisión, sobre todo en la barra rayada La Adicción, que llegaba a su casa con los ánimos a tope tras la visita que hicieron el sábado a la concentración de su equipo, en las instalaciones de El Barrial.